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El rostro humano del xaveriano

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Un acercamiento bíblico

A partir del texto de Mt 5, 13 – 16 y la Ratio Formationis Xaverina 84 – 86 el P. Antonio presenta el tema el Rostro Humano del Xaveriano, afirmando que somos sal de la tierra y luz del mundo. El Rostro es lo primero que se ve de una persona.

La finalidad del hombre puede resumirse en la siguiente afirmación evangélica: “para que, viendo sus obras buenas, los hombres glorifiquen su Padre que está en los cielos”. En nuestro caso, como misioneros, las Constituciones en su numeral 4, nos definen como hombres abiertos de amplios horizontes, capaces de entrar en la vida de los pueblos donde somos enviados y de una gran adaptación, trabajadores incansables y de una humanidad rica y equilibrada (cf. RFX 84). La intencionalidad de San Guido María Conforti es exigente y bien cimentada. Una de sus exigencias es poseer una personalidad dotada de equilibrio (C 58. 72). Al mismo tiempo, presenta una serie de valores que se deben cultivar: serenidad, creatividad, capacidad de escucha… todo esto en y desde la persona de Cristo. Mirar a Jesucristo que vive en justicia y libertad. De esto surge una serie de características propias indispensables para el Xaveriano: carácter constante, fuerte, atento a los demás, equilibrado y con sentido común, capacidad de diálogo, el proyectar juntos, la laboriosidad, iniciativa y creatividad, amor a la justicia, sentido del límite, visión de la vida cargada de esperanza y la alegría que brota de la realización en la propia vocación. La intención del Fundador es evangélica (cf. CT 11) que su luz brille delante de los hombres”.

Pero, ¿qué visión se tiene del hombre en la Biblia?

Una comprensión Antropológica Bíblica

 Antiguo Testamento

¿Cómo elaborar una Antropología bíblica? ¿A partir de que textos? Una de las palabras claves que encontramos en Gn 1 es, ’āḏām, (“hombre”), que renvía al suelo; otra palabra clave es, ’ereș, (tierra) que al inicio del libro se refiere al universo, pero después del encuentro de Dios con Abraham, ’ereș indica la tierra prometida. En base a esto, se puede dividir el libro del Genesis en dos partes: a) la humanidad y sus orígenes; b) la historia patriarcal. Dado el tema a desarrollar nos interesa el termino ’āḏām (“Adán”) entendido como “sacado de la tierra”, y que reenvía a una perspectiva antropológica universal.

En Gn 1-3 tenemos dos categorías de narraciones pertenecientes a la tradición oral, la narración llamada sacerdotal (Gen 1, 27-28) y la yahvista (Gen 2, 7. 21-24), que presentan como Dios modeló al ser humano. La composición de estas narraciones es tardía. Esta parte del libro del Génesis pudo haber sido elaborada después del exilio (Babilonia – Persia). Es en ese contexto cuando Israel trata de recuperar el significado de su existencia en el mundo. El relato busca redefinir la identidad del pueblo de Israel en un mundo dominado por el imperio babilónico y luego el imperio persa; es decir, el pueblo exiliado indaga sobre su identidad en medio de un mundo pagano. Israel está convencido que Dios es el único creador del hombre y del universo; pero, al mismo tiempo, es importante desarrollar como se presenta ese hombre. Dios no solamente es creador del hombre sino también es liberador de su pueblo.

El relato Sacerdotal:

En el relato el verbo bārā’ (“crear”) tiene como sujeto a Dios, Él es quien realiza esta actividad. Dios crea al hombre (Gn 1,27). El término ’āḏām (“Adán”) indica la raza humana; al hombre y la mujer; no se refiere a otras especies. La palabra tiene la misma raíz que tierra, ’āḏāmāh, y rojo, āḏom, que en ocasiones es como la piel rojiza de los beduinos, dorada – quemada por el sol. A diferencia de las otras creaturas, Dios creo a los hombres a su imagen. Esto implica una dignidad distinta, la semejanza con Dios; dicha dignidad se señala también en el Salmo 8. La afirmación indica que no hay diferencia entre las razas humanas. Esto no tiene equivalente en la historia de las religiones, sea en el imperio de Babilonia como en el resto del mundo. Dios crea al hombre a su imagen-semejanza, le otorga un rostro humano que le asemeja. Es importante tomar conciencia que ante todo somos creados a imagen y semejanza de Dios; nuestra dignidad se funda en Dios, porque cada uno de nosotros somos imagen de Dios. Cuando se habla del rostro humano, entonces se debe pensar en Dios, luz del mundo, que invita a brillar en el mundo.

“Macho y Hembra los creo”: no hay diferencia entre el hombre y la mujer, porque los dos tienen la misma dignidad y la recomendación de administrar la tierra y gobernar desde dentro. El hombre es director de la creación, más allá de las plantas y animales. Hace parte de la creación y está por encima de ella; aquí la importancia de saberse conducir a sí mismo para saber dirigir la creación y a los demás; un ciego no puede guiar a otro ciego.

El relato Yahvista:

“Polvo del suelo”, esta expresión recuerda lo ya dicho. El hombre es creado de arcilla; tiene un plano terrenal, aunque se quiera deslindar de la tierra. “Sopló en sus narices el aliento de vida”, significa que el hombre está sometido a Dios. El hombre es un ser vivo en el universo creado. El hombre le pertenece a Dios. La consanguinidad es la base de la solidez de lo tribal. Hueso de mis huesos, será llamada mujer, ’iššāh, porque del varón, ’iš, ha sido tomada (Gn 2, 23). Esto expresa la diferencia de los sexos. Y se unirá el hombre a su mujer y se hacen una sola cosa (Gn 2,24): el hombre es un ser social, ser en relación con la creación y su pareja, de ahí nace la familia y la sociedad. El individuo es un ser de relaciones que vive en sociedad. Una expresión de ello es la familia religiosa. Cada uno hace parte integrante de nuestra familia, incluyendo sus dificultades. En el libro del Genesis 3 aparece la muerte: la rebeldía, la separación de la creatura de su creador, el rostro humano ya no refleja el rostro divino por la entrada del mal, del dolor, del sufrimiento y de la muerte.

Sirácide 17, 1-17:

El texto retoma el relato de la creación. Este texto se puede dividir en tres partes – estrofas: a) 1 – 5 creación y poder; b) 6 – 10 tarea que le encomendó; c) 11 - 17 el don de la ley.

Los primeros versículos del 1-7: El Señor creo al hombre de la tierra y luego lo devolvió a ella. El hombre pertenece al suelo, es una creatura; la idea del retorno a la tierra no es pesimista, sino que describe la naturaleza humana en su fin. El libro del Sirácide refleja más una postura griega al emplear el término griego, antrophos, en vez de, ’āḏām, del Génesis. “Asignó a los hombres días contados”. Estamos limitados por el tiempo; es decir, el hombre es una creatura mortal. Tomar conciencia de ello ayuda a sabernos comportar con quien nos creó. Ayuda a considerar nuestro tiempo definido. El autor de este pasaje no cree en la vida eterna, esto no se había aclarado todavía. No ve al hombre antes o después de la caída en el pecado, lo considera en su caída normal, el hombre tiene poder sobre la creación, para dominarla según la voluntad del creador (cf. 17, 2b); el revestimiento de fuerza (v. 3) demuestra que el hombre ha sido creado a imagen de Dios. Sin el ser humano el mundo carece de objetivo.

El libro del Eclesiástico nos recuerda también que Dios da al hombre el discernimiento, la capacidad para conocer el bien y el mal. El discernimiento, la ciencia, el conocimiento tienen su origen en Dios. El discernimiento es la capacidad para distinguir el bien y el mal, lo positivo de lo negativo, sobre todo en el momento del ejercicio de la justicia. El hombre debe asumir su responsabilidad, ya que está revestido de libertad frente al bien y el mal; es decir, tiene la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Se va avanzado en la concepción humana.

Sabiduría 2, 23-3, 4:

El libro de la Sabiduría de Salomón. Fue escrito en griego, en Alejandría, con el propósito de fortalecer la fe. Anima en la búsqueda de la sabiduría y su aplicación en la vida a quien se ha alejado a causa de la cultura helenista. Los primeros seis capítulos son el anuncio de lo que espera al hombre en el futuro: vida frente a Dios, sentido de la vida y de la muerte, el destino humano.

“Dios creo al hombre para la inmortalidad”. El hombre no se puede corromper. El libro retoma Gn 1, 27 ahora visto desde la cultura griega, (alma separada del cuerpo). Por otro lado, los judíos no ven negativamente el cuerpo, pero están influidos por el mundo griego. Sabiduría 2, 23 indica que el Señor crea al hombre para la inmortalidad; según el contexto, la información indica que la vida del hombre sobrepasa la muerte – corrupción. En la antropología teológica se indica que es por la envidia del diablo, el rival de los hombres, que entró la muerte en el mundo. El término diablo significa calumniador, esto es, entró la calumnia, lo falso en el hombre; y el hombre asume el papel del diablo. Dios no crea la muerte, la experimentan los que pertenecen a su partido: los impíos; además, los incrédulos creen que han nacido por casualidad. Por otra parte, las almas de los justos están en las manos del Señor: el término almas indicaría en este caso al hombre en unidad, en cuanto recibe el soplo divino (cf. Gn. 2, 7). Dios es el soberano de la creación, el hombre va a volver a la nada por medio de su muerte, el hombre es una creatura, el hombre, si ha sido fiel, permanece y pertenece a Dios. Los justos están en paz porque están en Dios; es decir, en las manos de Dios. Ellos habitarán con Dios, porque el amor y la misericordia son para sus santos y sus elegidos. La paz para los incrédulos es disfrutar todos los placeres y estos no disfrutarán de la suerte de los justos, ya que la verdadera paz corresponde a la justicia, en una esperanza llena de inmortalidad. La fe en la inmortalidad da sentido a los justos. Los justos superan las pruebas y son dignos de Dios. El tema de la inmortalidad es propio de este texto. 

Conclusión

Dios crea al hombre, el hombre no es Dios, pero es semejante a Dios. Formado de la tierra, lleva el soplo vital divino. Es administrador de la tierra. En la relación hombre y mujer hay armonía, pero cuando niegan su origen, cae la muerte. El Autor del libro del Sirácide reinterpreta: el hombre debe vivir trasmitiendo la vida, posee la capacidad de elegir, sabe lo que es bueno y malo, la muerte es el regreso a la tierra de dónde fue formado. El libro de la Sabiduría afirma que el ser humano ha sido creado para la inmortalidad a la luz de la creación. El individuo que es justo, es el heredero de la inmortalidad.

Nuevo Testamento

En 1 Corintios 15, 42 – 50 encontramos una antropología desarrollada por Pablo. Pablo escribe a la comunidad de Corinto a causa de las divisiones internas. La mayoría de los miembros eran de clase baja. El sentido de pertenencia es hacia Apolo, Kefas u otro líder; es decir, que hay diferentes partidos en la comunidad. Llega a oídos de Pablo la situación vivida en la comunidad: divisiones y desorden moral; se come la carne inmolada a los ídolos; se practican irregularidades en las asambleas… Pablo responde a la problemática con la epístola, la cual contiene una introducción; señala los escándalos; y hace la propuesta de la palabra de la cruz. Es en la cruz en donde encontramos el resumen del evangelio (Conforti).

Algunos en la comunidad afirman que no hay resurrección de los muertos (1 Co 15, 35). Pablo afronta esta situación, responde afirmando que la resurrección de Cristo es primicia de la resurrección de lo muertos (cf. 15, 36 – 58). Aquí encontramos y se entiende la antropología paulina: se juega con la imagen terrestre – celeste. Tenemos una antropología cristológica: Cristo Resucitado es el “hombre nuevo” – Adán; cuerpo humano como semilla; a partir de las 4 características de la planta: corrupción – se siembra en la corrupción; pero, resucita en incorruptibilidad.

El hombre normal es el que se corrompe, el hombre nuevo es el espiritual. Se siembra en la ignominia y se resucita en la gloria. Se siembra en la debilidad se resucita en la potencia. Se siembra en cuerpo psíquico y se resucita en un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo psíquico también hay uno espiritual, el hombre psíquico es el que está animado; es decir está relacionado con el animal, es lo que nos hace vivir y nos asemeja a las plantas y animales. El cuerpo es el que tiene la psique, carácter psicológico. Lo que se nos pide trabajar – el rostro humano – en su aspecto psíquico; el cuerpo tiene el pneuma – el espíritu de Dios, se experimenta en el tiempo presente, vivimos con nuestro cuerpo psíquico; si hay un cuerpo psíquico también hay uno espiritual, el hombre del eskaton. Primer Adán fue hecho alma viviente, el último Adán es espíritu vivificador, el primero es psíquico, el segundo es espiritual, el primero salido de la tierra, el segundo del cielo. El misterio de la encarnación. Como el terrestre son los terrestres y el celeste es del cielo. ¿A cuál nos asemejamos más? ¿Terrestre o Celeste?

El primer Adam hombre psíquico Gn 2, 7. Psique – Nep̄eš (“aliento”: manifiesta signo de vida – el alma se encuentra en lo que da vida; para el semita, la vida se encuentra en la sangre). Esto no es importante para Pablo, solo quiere recordar que nos habla del hombre en su naturaleza primera. El hombre psíquico no acoge lo que es el espíritu de Dios. El hombre psíquico contiene facultades naturales. En cambio, el nuevo Adán es Cristo; el Espíritu vivificador da la oportunidad de participar a la vida espiritual, sobrenatural; por la resurrección Él da la vida, hay una continuidad, primero lo psíquico y luego lo espiritual. Ser a imagen de Dios es ser a imagen de Cristo, ya que Cristo es la imagen perfecta del Dios invisible.

Todos los creyentes llevan la imagen del terrestre y del celeste. Pero Pablo advierte con firmeza: “digo esto que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”. El futuro del cuerpo – soma se encuentra en la existencia espiritual. En sentido figurado, la carne es el estado de endurecimiento y alejamiento de Dios. Sin embargo, la resurrección no elimina el cuerpo. La persona en su constitución unitaria resucita a causa del Hombre perfecto, Cristo, que restauró la naturaleza humana enteramente. El hombre pierde su identidad por el pecado, pero al mismo tiempo es recuperada en Cristo. Cristo es el hombre perfecto, que nos lleva a la perfección; viendo a Cristo podemos descubrir el rostro de Dios.

El Nuevo Testamento nos presenta una forma nueva de ver al hombre. El evangelio de Juan 1, 14, recuerda que Dios se hace carne -sarx- en Jesucristo y “acampó entre nosotros”. La historia de salvación que inicia desde Adán tiene su culmen en Cristo. El Hijo de Dios entra a formar parte de la familia humana.

¿Qué significa la expresión cuerpo de Cristo? Cuando se habla de cuerpo de Cristo, se hace relación a la persona humana, a Jesús de Nazaret y al Crucificado y Resucitado. Al momento de partir el pan eucarístico está integrada la comunidad cristiana. Si Cristo resucita, entonces, la comunidad resucita por Él. Pablo en 1 Co 13, el himno a la caridad, señala que esta debe estar a la base de todo. Esto nos da el sentido del límite: puedo hacer todo, pero no todo me está permitido. Esto no es una cualidad en nuestra sociedad. De ahí viene la discreción, ser luz en uno mismo, ser franco. En ese sentido la vida revestida de Cristo nos proyecta a la resurrección, nos hace vivir. Cuando los otros nos “ven” deberían descubrir el rostro de Dios. En esto consiste el rostro humano del Xaveriano.

La parábola del Buen Samaritano:

Lc 10, 25 – 37: ¿Que debo hacer para alcanzar la vida eterna? Es la praxis para heredar la vida eterna. Es decir, la práctica de la misericordia nos humaniza y nos hace ser prójimos. El buen samaritano es un ejemplo de humanización.

Estructura de la narración: Introducción; el amor fuente de vida y centro de la ley; conclusión.

Nomikos – legista que pertenecía al grupo de los maestros e intérpretes de la ley; pero además existían otros grupos: los esenios, los zelotas, los llamados impuros, los de origen mixto, los paganos y los samaritanos que en el pasado se opusieron a la reconstrucción del templo, sin embargo, este fue reconstruido (cf. Esdras y Nehemías).

No se informa donde se realiza el diálogo. El legista se pone de pie: según la manera de enseñar de la época, el maestro estaba sentado y los alumnos en semicírculo frente a él. Los contenidos se enseñaban mediante el método rabínico que consiste en preguntas y respuestas. El alumno se ponía de pie para preguntar cuando iba a decir algo importante, por ejemplo, hablar sobre los contenidos en la ley.

El narrador nos dice que este legista es mal intencionado, quiere poner a prueba a su maestro, no le interesa la pregunta; sin embargo, la pregunta es importante: ¿Qué se debe hacer para alcanzar la vida eterna? Esta es una pregunta que tarde o temprano nos hacemos en la vida. Obtener la vida eterna es de interés personal, pero Jesús en lugar de responderla lanza otra pregunta: ¿Qué está escrito? Jesús nos invita a actualizar la Escritura, del AT. Cada vez que leemos la Palabra la actualizamos, porque nos acercarnos a Dios y su Palabra y Él nos ayuda a interpretarla de manera distinta; el legista responde con la oración que cada judío proclama por la mañana y la noche: “Escucha Israel”. Pero el texto de Lucas, al final, retoma dos textos sobre el amar a Dios y al prójimo, y los pone en boca del legista (Dt 6,5 y Lev 19,18; cf. Lev 18,5). Los judíos nunca han unido esto dos textos anteriormente; son los cristianos los que comenzaron a unirlos. Esta es una innovación a partir de las tradiciones judías, pero esto es típicamente cristiano. El primer mandamiento es una invitación a amar a Dios, monoteísmo puro. Está en el corazón del credo judío, que colocan en las filacterias y en los dinteles de las puertas. El legista menciona cuatro facultades, el corazón, las fuerzas, la mente y todo el ser.

El corazón: sintetizaba todas las facultades humanas, los judíos piensan y razonan con el corazón. El mandamiento amar a Dios con un corazón indiviso y total. La persona se deja mover por sus sentimientos; si uno es capaz de controlar sus fuerzas emocionales, cambia, sobre todo cuando el ama busca realizar la voluntad del Señor. Amar a Dios con todas sus fuerzas. El vigor implicaba pide amar con todas sus capacidades y fuerzas (recordemos las parábolas de los talentos).

Amar a Dios con toda la mente, con su inteligencia, es decir con sentido crítico. Esto reenvía directamente a conocerlo, a reflexionar y pensar en él. El amor a Dios y al prójimo no se pueden separar, según el cristianismo. No se puede amar a Dios sin amar al prójimo. Somos creados a imagen y semejanza de Dios. Amar a Dios, entonces, tiene sus consecuencias: en el mundo judío el prójimo se parece al pariente del pueblo de Israel, la persona que no pertenece al pueblo de Israel no era considerado prójimo. De hecho, la ampliación, extensión, inclusión y universalismo es típico del cristianismo.

Haz esto y vivirás. Jesús habla de vivir esos mandamientos, ni siquiera habla del decálogo. Jesús se presenta como el verdadero maestro e invita a la praxis, hacer el bien durante toda la vida. En el fondo amar es hacer el bien, y para hacer el bien se necesita la praxis-práctica.

Este legista para justificarse hace la pregunta: ¿quién es mi prójimo? Ya lo sabía, solamente pregunta para justificarse; esto se puede entender de manera distinta desde nuestro lenguaje. En su intento de justificarse revela el significado profundo de la doctrina de Jesús, abre las puertas para entender quién es el prójimo, la pregunta implica otra: ¿Quién es y quién no es prójimo? Es decir, cuál es el alcance de la palabra prójimo. Jesús presenta la parábola, retomando la palabra…. Un hombre que baja de Jericó, con esta imagen ayuda a saber hasta dónde llega la palabra prójimo. Jesús usa un lenguaje simbólico. En la parábola Jesús se convierte en el narrador, Él mismo pasa en segundo plano, el personaje protagonista es un hombre, anónimo, podía ser un judío, o romano, quien realiza un viaje - él baja de Jerusalén a Jericó, no se dice si llevaba dinero, tampoco se dice donde exactamente fue, lo importante son los personajes, cae en medio de salteadores quienes lo despojan y lo dejan medio muerto. Es una narración muy real porque había muchos ladrones y asaltaban donde pasaban los peregrinos a Jerusalén, por eso preferían viajar en caravanas. El relato no presenta ningún detalle más, la narración es muy sobria, el interés viene después.

Un sacerdote pasaba por el camino y pasa de largo por coincidencia, baja y pasa. No asiste al hombre golpeado por los bandidos, él no está yendo a Jerusalén, va a Jericó, lugar donde habitaban muchos sacerdotes. Ellos debían cuidar mucho las leyes de impureza (cf. Cron. 36, 6), y se purificaban como indicaba la ley (cf. Lev 21, 1-3). Pero nuestro sacerdote, no va a Jerusalén, no se preocupa de la persona porque ya terminó su periodo normal de servicio en el templo, él va a su ciudad y no se preocupa por esta persona. La trama se complica: ¿es esta la buena decisión que hay que tomar? La sabiduría consiste en elegir, de entre dos cosas buenas, la óptima. Somos personas sabias cuando escogemos lo óptimo. Este hombre no quería contaminarse o tenía miedo de los bandidos, sin embargo, ahí estaba una persona necesitada. ¿Cuáles son las motivaciones de su indiferencia? No podemos descubrir sus motivaciones. ¿Cuáles son las motivaciones que nos mueven? ¿Cómo hacemos nuestro examen de conciencia de la noche? ¿Cuáles son las motivaciones que nos mueven a actuar?

Del mismo modo un Levita vio y pasó de largo. Un levita que va al templo como lo dice el libro de Neh 10, 37-38. El levita y el sacerdote debían observar las leyes de pureza. Del mismo modo, hay una misma reacción: el sacerdote y el levita ven y no tienen compasión. Están preocupados por la ley, pero no del prójimo, del necesitado, de la persona que sufre. Ellos no ven el sufrimiento humano. El sacerdote obtenía su sustento de la ayuda de los demás, pero no se preocupaba por ayudar a los demás.

El Samaritano: viendo, se estremecen sus entrañas. Se trata de un hombre considerado impuro, mestizo, enemigo de los judíos. Este hombre tiene compasión, hace varias acciones en favor de la vida; ve, se acerca y cura sus heridas. Jesús pone una situación extrema de compasión para humanizarnos, señalando que hay que tener compasión, que no es un sentimentalismo en el que se ve al herido y se dice “pobrecito”. El samaritano hace lo que los hombres del templo no hicieron, es decir, se conmueve en sus entrañas, en lo más íntimo de su ser, ve el sufrimiento. La compasión es una conducta evangélica a seguir, el samaritano entiende la situación del que sufre: su compasión es activa, se acerca, limpia al herido, vierte vino y aceite, lo sube a su montura y lo lleva a la posada y no le interesan tanto las leyes, tampoco le interesa si delante de él se encuentra un enemigo, un judío. Él tiene compasión como Dios, que es rico en compasión. Manifiesta la misericordia de Dios. Jesús lo va a decir en otras palabras.

Hay que acercarse al necesitado, “va y se acerca, le venda sus heridas le pone aceite y vino”. Pone sus medios a disposición del herido, medios de viajero. Se percibe un anacronismo, venda primero y después pone el aceite. Lo monta en su cabalgadura, se sacrifica, no hay amor si no hay sacrificio. Hace el sacrificio de ir a pie en lugar de ir montado en su caballo. Lo lleva a la posada, donde los viajeros podían encontrar alojamiento, comida y bebida. Los alojamientos eran lugares construidos para el ejercito romano, lugares dónde acampar, lugares para los caminantes, lugares seguros para los viajeros. Este sistema de alojamientos comenzó con la construcción del sistema de las calzadas romanas.

El samaritano se ocupó y curó a la víctima al estilo del buen pastor según Ez 34, 2. El lenguaje hace referencia a Dios y a su proceder para con su pueblo. No solo lo cuida en el momento, sino al día siguiente da dinero, y en el caso que llegara a faltar, lo va a pagar. Se preocupa por el bien de la persona hasta el destino final. Quiere el bien hasta el final. Este es un modelo de caridad. Nos preocupamos por hacer el bien, pero no hasta el final. El samaritano no es solamente una persona de ideas y buenas intenciones, sino que es práctico: actúa y hace el bien a su prójimo; es decir a la persona que tiene en frente y que sufre.

El que mejor entiende la escritura es el samaritano, más que el sacerdote y el levita. Nos muestra cómo se deben vivir los mandamientos concretamente. ¿Cuál de estos tres se comportó mejor? – una pregunta que según el método rabínico espera una respuesta correcta ― Jesús es el verdadero maestro; el legista no dice que fue el samaritano, sino el que tuvo compasión.

¿Cómo humanizarnos a la manera del buen samaritano? Cambiar nuestro rostro es poner cosas concretas y vivir la misericordia, la manera que nos ayuda a actuar. Como lectores podemos ver con qué personajes nos podemos identificar: tenemos los bandidos – representan la deshumanización, el sacerdote y el levita son indiferentes ante el necesitado y avalan la muerte; el samaritano, en cambio, ve con el corazón y se compadece del herido en el camino, se hace prójimo curando y llevando a la posada, reparando la vida. El posadero lo hace por el salario. La víctima representa la vulnerabilidad del ser humano que debe abrirse a la salvación.

La realización de la praxis está movida por la misericordia y el amor. De acuerdo a la parábola es necesario, incluso, hacerse prójimo del enemigo. En nuestra labor misionera hemos seguido el modelo “paternalista” que ha producido “los cristianos del arroz”. Una misericordia práctica cura y levanta independientemente del tipo de remedios (métodos) que se apliquen; lo que interesa son las acciones de bondad, independientemente de las soluciones que presentemos.

Antonio López sx
02 Novembre 2023
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