Meditación hecha por el Padre Gabriel Basuzwa sx
Padre del Crucificado, el Siervo sufriente, el Unificador lleno de compasión, el Libertador fiel que no se echa atrás ante el sacrificio supremo. El Espíritu del Padre de Jesús rehace la Esperanza de la humanidad arrastrada a apartar a Dios de las instancias donde se toman las grandes decisiones sobre el futuro del mundo.
La población congoleña y el futuro de sus hijos son sacrificados en el altar de los intereses egoístas. Todo el país necesita una liberación interior. Necesita liberar su imaginación para ir más allá del miedo de comprometerse contra los poderosos que destruyen la nación a fuego lento, progresivamente. No necesita de los ejércitos extranjeros que eternizan la guerra en su territorio mientras saquean enormemente las riquezas del subsuelo e instauran la mentalidad de dependencia “de la ayuda” exterior. Necesita más bien adecuar su sistema educativo para aumentar el saber hacer de los jóvenes en varios dominios de asegurar su lealtad a la nación así como su gratitud hacia Dios que da al país unas riquezas más allá de toda medida.
Las fuerzas del mal apuntan a reducir a cero la majestad de la RDC, este gran país que tiene sin embargo la vocación de levantar el continente africano ante la faz del mundo. Hacen imaginar que el dinero es el bien supremo al que todos se someten ciegamente. Maquinan la puesta al margen de Dios para apoyar unas prácticas nocivas y alienantes. Por eso, se vuelve cada vez más difícil a los hombres y a las mujeres de valor de acceder al servicio del liderazgo; la manipulación impone unos depredadores o unos títeres que no tienen cuidado de asegurar la cohesión social y la lealtad al país de los antepasados.
Muchos, en la población de la RDC, subestiman las potencialidades locales y personales. La corrupción se vuelve normal y contribuye así a la destrucción del esfuerzo sostenido para obtener una sociedad confiable. Banaliza la traición, la pereza, la mendicidad, las promesas incumplidas, la mentira, la ingenuidad caracterizada, el pago de la evaluación académica, la despojación del patrimonio nacional, el disfraz del enemigo en patriota, el desvío del bien común, el derroche y el saqueo de la herencia debida a las generaciones venideras.
Necesitamos reconocer a Jesús como el verdadero Libertador de la RDC y de toda África. Necesitamos reconocerlo como Salvador del mundo y de caminar tras las huellas de nuestros héroes de los tiempos antiguos y los del tiempo presente.
Sobre todo, tengamos la ambición de sacar a la RDC de la mediocridad a través del vivido auténtico de la consagración religiosa y del cristianismo verídico.
