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El Amor Familiar y su importancia en la Misión de hoy

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Las noches de las luciérnagas

Unas reflexiones actuales sobre la misión ad gentes

Abstract

Este texto presenta propiamente el proyecto preliminar de la misión cristiana en tres modelos complementarios: San Francisco Xavier, San Guido Conforti y Santa Teresa del Niño Jesús. Se necesita una innovación total de la teología eclesiástica enfocada en el amor familiar. Y también una revisión de la Iglesia, donde los tres modelos de misioneros han actuado en todas las épocas de forma diferente.

Premisa

HeCarlo mongardip. Carlos Mongardi, misionero xaveriano en México puesto este título - Las noches de las luciérnagas- después de una larga experiencia de las “noches oscuras de las misiones", en las que he sufrido la conciencia de una total ausencia, en nuestro tiempo, de una actividad misionera, como primer anuncio de Cristo a los pueblos no cristianos y de una fundación de Iglesias locales inculturadas.

Además, en nuestros días, hay una inflación del término 'misionero/a', aplicado a toda la Iglesia y a todo discípulo-misionero (Cfr. Aparecida), sin distinción entre acción pastoral de conservación de la fe y una actividad de "primer anuncio de la Buena Nueva, allá donde Cristo no es nombrado" (Rm 15, 20).

La relevancia de una evangelización de los migrantes no cristianos y de los poscristianos que han abandonado la fe, dentro de nuestros ambientes cristianos, ya estaba manifiesta en la Encíclica del Papa Juan Pablo II, Redemptoris Missio/La misión del Redentor, del año 1990, con las palabras: "Se han abierto nuevos horizontes inmensos a la misión ad gentes dentro de la lglesia" (RM, 32; Aparecida, 375).  

1. La primera noche: tres modelos de misioneros ad gentes

En la historia de las misiones se encuentran tres modelos de misioneros: el modelo San Francisco Xavier, el modelo San Guido M. Conforti y el modelo Santa Teresa del Niño Jesús.

El modelo San Francisco Xavier (1506-1552)  -que es el mismo del apóstol San Pablo y de muchos misioneros en la historia cristiana- consiste en el dejar la propia patria e Iglesia de origen  para ir a dar el primer anuncio de Cristo, o kérigma, en países y culturas paganos o religiones no cristianas, buscando fundar una nueva comunidad cristiana -con los carismas de los conversos recordados en las Cartas de Pablo- o una Iglesia inculturada (con una liturgia propia, una teología propia, una espiritualidad propia y una disciplina propia. Cfr. Lumen Gentium, 23).

El modelo San Guido M. Conforti (1865-1931) consiste en "un pastor de dos rebaños", es decir, de un Obispo con dos diócesis: una en un país cristiano para su actividad pastoral y una en un país pagano, donde hace falta el primer anuncio de Cristo. En este sentido, también un párroco tiene dos parroquias y un maestro tiene dos colegios. Se trata de seguir el ejemplo de Jesús Buen Pastor: "Pero tengo otras ovejas que no están en este rebaño, también a éstas tengo que atraerlas para que escuchen mi voz. Entonces se formará un rebaño único, bajo la guía de un solo pastor" (Jn 10, 16).  Jesús realizó este deseo enviando a sus apóstoles a anunciar la Buena Nueva en todo el mundo (Mc 16, 15; Mt 28, 19). Si un Obispo no tiene la posibilidad de realizar personalmente esta misión, entonces envía algunos preparados para anunciar el evangelio a los no cristianos, como hizo el Obispo San Guido M. Conforti, fundando la Congregación de los Misioneros Xaverianos.  Esta ha sido la práctica de muchos santos, como San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola. Para anunciar el evangelio no basta alguna visita de turista o algún encuentro con intereses comerciales o culturales, porque la misión exige un proceso de encarnación e inculturación que lleva mucho tiempo, muchos esfuerzos y sacrificios.

El modelo Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), proclamada hace un siglo por el Papa Pio XI "Patrona universal de las misiones" al lado de San Francisco Xavier. Yo no alcanzaba a entender este título y no podía considerar a Santa Teresa de Lisieux como misionera, sino solamente como simpatizante y colaboradora de las misiones. En una Catequesis, Papa Francisco ha explicado el por qué de este título: "Santa Teresa del Niño Jesús fue misionera, porque su deseo fue siempre ser misionera hasta los confines del mundo, quería a unos misioneros, de los que se sentía hermana espiritual y ofrecía sus oraciones para las misiones".

2. La segunda noche: el amor familiar clave de las misiones

A partir de un canto tradicional conocido: "Ubi caritas et amor, ibi Deus est". Donde hay caridad y amor, ahí está el Señor; se puede decir:  "Ubi amor familiaris, ibi missio Dei est", donde hay amor familia, ahí está la misión.

En primer lugar, el amor/agápe es la clave de la revelación, de la creación y de la salvación. No hay que olvidar que la definición de Dios como amor/agápe (1Jn 4, 8. 16) significa el conjunto y la armonía de las formas de amor familiar: paternal, maternal, filial, fraternal,esponsal y amigable, A este respecto es significativa la frase del Papa Juan Pablo I (1978): "Dios es Padre, pero, sobre todo, es Madre". Y hace falta recordar que en todo el Antiguo Testamento, en hebreo, el Espíritu de Dios/Ruah YHWH es femenino.

En segundo lugar, la vida de Jesús de Nazaret fue toda familiar, con sus padres, hermanos y hermanas (Mt 13, 55-56; Mc 6, 3; Jn 2, 12). Luego vivió tres años de vida pública, acompañado por familias (Mt 15, 38) y por apóstoles, que estaban todos casados, según el testimonio de Pablo (1Cor 9, 5). Cuando salió de Nazaret, Jesús trataba a todos como su familia: como "hermano, hermana y madre" (Mt 12, 50; Mc 3, 35; Lc 8, 21), como "hija" (Mc 5, 34), "hijitos" (Jn 13, 33) y "amigos" (Jn 15, 15). Además su Madre María lo acompañó como "discípula" (Lc 8, 21; 1, 41) y como "madre" hasta el Calvario (Jn 19, 25). Con rostro y actitud materna se presenta nuestra Madre de Guadalupe con Juan Diego (Nican Mopohua, nn. 23-24. 119), que quiere manifestar a todas las gentes (Nican Mopohua, nn. 31.32).

En tercer lugar, la Iglesia cristiana primitiva estaba formada por familias, empezando por el primer núcleo en Jerusalén (Hch 1, 23) y las celebraciones familiares de la Cena del Señor (Hch 2, 46). La Iglesia debe ser una "familia de familias" incluso en la vida eterna, donde San José sigue siendo esposo de María (Plegaria eucarística) y como encontré, una noche, en la celebración de los muertos en el panteón de la Misión de Santa Cruz, en la Huasteca.  Cuanto a Santa Teresa de Lisieux, la vivencia de su amor fué, como la de Jesús de Nazaret, de tipo familiar, porque vivió en su casa en una relación de adoración con su padre, y en convento siguió el clima de afecto familiar junto con sus tres hermanas. Y es conocido su deseo de ser "el amor en el corazón de la Iglesia" y de llenar al mundo de rosas, que significan el amor familiar de Dios. También San Guido M. Conforti experimentó un intenso afecto familiar, que deseaba entre sus hijos misioneros, a los que encomendaba un "espíritu de familia", para hacer del "mundo una sola familia" (Carta Testamento, n.1).

3. La tercera noche: la simultaneidad de los tres modelos de misioneros

Me ha dado alegría el reconocer que estos tres modelos de misioneros y de misión, enfocada en el amor familiar, han estado presentes a lo largo de la historia de la Iglesia. No es difícil demostrarlo en la Iglesia cristiana del primer siglo, según el testimonio del Nuevo Testamento, en las comunidades cristianas fundadas por San Pablo en el ambiente cultural greco-romano.

Siendo un hebreo de la diáspora, Pablo entendió que la radicación del mensaje cristiano en el ambiente greco-romano dependía del grado de integración en la estructura social básica, que consistía precisamente en la "domus"/casa o familia, donde la mujer tenía un rol preponderante y era su espacio natural, y tenía a su cargo el cuidado de la infancia y educación de sus hijos. 

En el primer siglo, la Iglesia nació en la "domus" y de la "domus", donde primeramente se acogía y se vivía el mensaje cristiano, y luego se transmitía a otros miembros o parientes o amigos. El sistema de misionar de San Pablo tenía la familia como punto de partida y de llegada la familia (Rm 16, 1) y era acompañado por parejas (Rm 16, 3. 7. 12; 1Cor 16, 19; Hch 18, 18. 26).

A finales del primer siglo la comunidad cristiana estaba confiada a encargados -servidores, ancianos y vigilantes, casados y con experiencia familiar (1Tim 3, 1-12; Tit 1, 5). También en el Evangelio, la "domus"/casa o familia aparece como el destinatario del primer anuncio cristiano (Lc 10, 5; Cfr. Rm 16, 5; Fil 2). Desafortunadamente, la institución de la familia, que por siglos fue protegida y declarada el núcleo de la sociedad, ya desde varias décadas ha sido puesta en cuestión y recientemente se han elaborado estrategias y políticas, que favorecen su destrucción.

La fragmentación de la familia conduce a la fragmentación de la sociedad, de la vida cristiana y, en particular, de la misión dirigida al mundo no cristiano. La transformación en acto en Occidente ha hecho que la Iglesia en general y especialmente las Congregaciones religiosas y misioneras estén desorientadas y no sepan plantear una praxis misionera significativa para el mundo de hoy. Además se constata un alto porcentaje de abandono de la fe cristiana y un creciente indiferentismo ante todo lo que suena a religioso.

Allí donde está en crisis la familia, casi no existen vocaciones a la vida religiosa y misionera, y en donde hay un ambiente familiar más adecuado, ahí estos carismas se recrean, produciendo la vivencia de la internacionalidad e interculturalidad, que da un respiro nuevo a la Congregaciones y a la Iglesia.

En nuestros días, se abren horizontes insospechados para la evangelización de la humanidad, trámite la tecnología y la Inteligencia Artificial, cuyo futuro dependerá de su servicio a la vida humana y familiar. Pero la misma Iglesia está necesitada de una nueva evangelización.

P. Carlos Mongardi sx     

Zapopan, Jal. México  - 10 de septiembre de 2023 


L’amore domestico e la sua importanza per la missione oggi

Le notti delle lucciole

Riflessioni Attuali sulla Missione Ad Gentes

Abstract

Questo testo presenta il progetto preliminare della missione cristiana in tre modelli complementari: San Francesco Saverio, San Guido Conforti e Santa Teresa del Bambin Gesù. È necessaria un'innovazione completa della teologia ecclesiastica focalizzata sull'amore familiare. È inoltre necessaria una revisione della Chiesa, nella quale i tre modelli di missionari hanno agito in epoche diverse.

Premessa

Il sottotitolo di questa riflessione - Le notti delle lucciole- riflette una lunga esperienza delle "notti oscure delle missioni", in cui ho sperimentato la consapevolezza di una totale assenza, nel nostro tempo, di un'attività missionaria intesa come primo annuncio di Cristo ai popoli non cristiani e di una fondazione di Chiese locali inculturate.

Inoltre, ai nostri giorni, c'è un'inflazione del termine "missionario/a", applicato a tutta la Chiesa e a tutti i discepoli-missionari (Cfr. Aparecida), senza alcuna distinzione tra azione pastorale di conservazione della fede e un'attività di "primo annuncio della Buona Novella, là dove Cristo non è nominato" (Rm 15, 20).

La rilevanza dell'evangelizzazione dei migranti non cristiani e dei post-cristiani che hanno abbandonato la fede, all'interno dei nostri ambienti cristiani, era già evidente nell'Enciclica di Papa Giovanni Paolo II, Redemptoris Missio/La missione del Redentore, del 1990, con le parole: "Si sono aperti nuovi orizzonti immensi per la missione ad gentes all'interno della Chiesa" (RM, 32; Aparecida, 375).

1. La prima notte: tre modelli di missionari ad gentes

Nella storia delle missioni si trovano, tra gli altri, tre modelli di missionari: il modello di San Francesco Saverio, quello di San Guido M. Conforti e il modello di Santa Teresa del Bambin Gesù.

Il modello di San Francesco Saverio (1506-1552) - lo stesso di San Paolo Apostolo e di molti missionari nella storia cristiana - consiste nell'abbandonare la propria patria e Chiesa d'origine per annunciare per la prima volta Cristo, o kérigma, in paesi e culture pagane o non cristiane, cercando di fondare una nuova comunità cristiana - con i carismi dei convertiti menzionati nelle Lettere di Paolo - o una Chiesa inculturata (con una liturgia propria, una teologia propria, una spiritualità propria e una disciplina propria. Cfr. Lumen Gentium, 23).

Il modello di San Guido M. Conforti (1865-1931) consiste in "un pastore di due greggi", ovvero un Vescovo con due diocesi: una in un paese cristiano per la sua attività pastorale e una in un paese pagano, dove è necessario il primo annuncio di Cristo. In questo senso, anche un parroco ha due parrocchie e un insegnante ha due scuole. Si tratta di seguire l'esempio di Gesù Buon Pastore: "Ma ho altre pecore che non sono di questo recinto, anche queste devo condurre; ascolteranno la mia voce e diventeranno un solo gregge, sotto la guida di un solo pastore" (Gv 10, 16). Gesù realizzò questo desiderio inviando i suoi apostoli ad annunciare la Buona Novella in tutto il mondo (Mc 16, 15; Mt 28, 19). Se un Vescovo non ha la possibilità di compiere personalmente questa missione, allora invia alcune persone preparate per annunciare il Vangelo ai non cristiani, come fece il Vescovo San Guido M. Conforti, fondando la Congregazione dei Missionari Saveriani. Questa è stata la pratica di molti santi, come San Francesco d'Assisi e San Ignazio di Loyola. Per annunciare il Vangelo non basta una visita da turista o un incontro con interessi commerciali o culturali, perché la missione esige un processo di incarnazione e inculturazione che richiede molto tempo, sforzo e sacrificio.

Il modello di Santa Teresa del Bambin Gesù (1873-1897), che fu proclamata un secolo fa da Papa Pio XI "Patrona universale delle missioni" insieme a San Francesco Saverio. Inizialmente non comprendevo questo titolo e non potevo considerare Santa Teresa di Lisieux come missionaria, ma solo come sostenitrice e collaboratrice delle missioni. In una catechesi, Papa Francesco ha spiegato il motivo di questo titolo: "Santa Teresa del Bambin Gesù fu missionaria perché il suo desiderio fu sempre quello di essere missionaria fino agli estremi confini del mondo, amava i missionari di cui si sentiva sorella spirituale e offriva le sue preghiere per le missioni."

2. La seconda notte: l'amore familiare chiave delle missioni

Prendendo spunto da un noto canto tradizionale: "Ubi caritas et amor, ibi Deus est", Dove c'è carità e amore, lì c'è il Signore; si può dire: "Ubi amor familiaris, ibi missio Dei est", dove c'è amore familiare, c'è la missione.

In primo luogo, l'amore/agape è la chiave della rivelazione, della creazione e della salvezza. Non bisogna dimenticare che la definizione di Dio come amore/agape (1Gv 4, 8. 16) significa l'insieme e l'armonia delle forme di amore familiare: paterno, materno, filiale, fraterno, coniugale e amichevole. A questo proposito, è significativa la frase di Papa Giovanni Paolo I (1978): "Dio è Padre, ma soprattutto è Madre". E bisogna ricordare che in tutto l'Antico Testamento, in ebraico, lo Spirito di Dio/Ruah YHWH è al femminile.

In secondo luogo, la vita di Gesù di Nazareth fu tutta familiare, con i suoi genitori, fratelli e sorelle (Mt 13, 55-56; Mc 6, 3; Gv 2, 12). Poi visse tre anni di vita pubblica, accompagnato da famiglie (Mt 15, 38) e da apostoli, che erano tutti sposati, secondo la testimonianza di Paolo (1Cor 9, 5). Quando uscì da Nazareth, Gesù trattava tutti come famiglia: come "fratello, sorella e madre" (Mt 12, 50; Mc 3, 35; Lc 8, 21), come "figlia" (Mc 5, 34), "piccoli" (Gv 13, 33) e "amici" (Gv 15, 15). Inoltre, sua madre Maria lo accompagnò come "discepola" (Lc 8, 21; 1, 41) e come "madre" fino al Calvario (Gv 19, 25). Con un volto e un atteggiamento materno, si presenta la nostra Madre di Guadalupe con Juan Diego (Nican Mopohua, nn. 23-24. 119), che vuole manifestarsi a tutti i popoli (Nican Mopohua, nn. 31.32).

In terzo luogo, la Chiesa cristiana primitiva era composta da famiglie, a cominciare dal primo nucleo a Gerusalemme (Atti 1, 23) e dalle celebrazioni familiari della Cena del Signore (Atti 2, 46).

La Chiesa deve essere una "famiglia di famiglie" anche nella vita eterna, dove San Giuseppe rimane sposo di Maria (cf. la Preghiera eucaristica) e, come ho scoperto una notte, durante la celebrazione dei defunti nel cimitero della Missione di Santa Cruz nella Huasteca.

Per quanto riguarda Santa Teresa di Lisieux, la sua esperienza d'amore era, come quella di Gesù di Nazareth, di tipo familiare, perché visse nella sua casa in una relazione di adorazione con suo padre, e in convento seguì un clima di affetto familiare insieme alle sue tre sorelle. È noto il suo desiderio di essere "l'amore nel cuore della Chiesa" e di riempire il mondo di rose, che rappresentano l'amore familiare di Dio. Anche San Guido M. Conforti sperimentò un intenso affetto familiare, che desiderava esistesse tra i suoi figli missionari, ai quali affidava uno "spirito di famiglia", per rendere il "mondo una sola famiglia" (Lettera Testamento, n.1).

3. La terza notte: la simultaneità dei tre modelli di missionari

Mi ha riempito di gioia riconoscere che questi tre modelli di missionari e di missione, focalizzati sull'amore familiare, sono stati presenti lungo la storia della Chiesa. Non è difficile osservarlo nella Chiesa cristiana del primo secolo, come testimoniano il Nuovo Testamento, nelle comunità cristiane fondate da San Paolo nell'ambiente culturale greco-romano. Essendo un ebreo della diaspora, Paolo capì che il radicamento del messaggio cristiano nell'ambiente greco-romano dipendeva dal grado di integrazione nella struttura sociale di base, che consisteva appunto nella "domus" o famiglia, dove la donna aveva un ruolo predominante, essendo il suo spazio naturale, e avendo il compito di prendersi cura dell'infanzia e dell'educazione dei figli.

Nel primo secolo, la Chiesa nacque dalla "domus", dove inizialmente il messaggio cristiano veniva accolto e vissuto, e poi trasmesso ad altri membri, parenti o amici. Il sistema missionario di San Paolo aveva la famiglia come punto di partenza e di arrivo (Rm 16, 1) ed era accompagnato da coppie (Rm 16, 3. 7. 12; 1Cor 16, 19; Atti 18, 18. 26). Alla fine del primo secolo, la comunità cristiana era affidata a responsabili - servitori, anziani e sorveglianti, sposati e con esperienza familiare (1Tm 3, 1-12; Tito 1, 5). Anche nel Vangelo, la "domus" o casa familiare appare come destinataria del primo annuncio cristiano (Luca 10, 5; Cfr. Rm 16, 5; Fil 2).

Sfortunatamente, l'istituzione della famiglia, che è stata protetta e dichiarata il nucleo della società per secoli, è stata messa in discussione da diversi decenni e recentemente sono state sviluppate strategie e politiche che ne favoriscono la distruzione. La frammentazione della famiglia porta alla frammentazione della società, della vita cristiana e, in particolare, della missione rivolta al mondo non cristiano. La trasformazione in atto in Occidente ha reso la Chiesa in generale e soprattutto le Congregazioni religiose e missionarie disorientate e incapaci di formulare una prassi missionaria significativa per il mondo di oggi.

Inoltre, si osserva un alto tasso di abbandono della fede cristiana e una crescente indifferenza verso tutto ciò che ha a che fare con la religione. Dove la famiglia è in crisi, le vocazioni alla vita religiosa e missionaria sono quasi inesistenti, e dove c'è un ambiente familiare più adatto, questi carismi si rinnovano, producendo l'esperienza dell'internazionalità e dell'interculturalità, che dà nuova linfa alle Congregazioni e alla Chiesa. Ai nostri giorni, si stanno aprendo orizzonti inaspettati per l'evangelizzazione dell'umanità, attraverso la tecnologia e l'Intelligenza Artificiale, il cui futuro dipenderà dal loro servizio alla vita umana e familiare. Ma anche la Chiesa stessa ha bisogno di una nuova evangelizzazione.

P. Carlos Mongardi sx
Zapopan, Jal. México - 10 settembre 2023

 

 

Carlos Mongardi sx
05 Ottobre 2023
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