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Javier y los Javerianos

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Javier y los Javerianos equivalen a dos itinerarios misioneros que se entrecruzaron en el encuentro fulgurante que vivió San Guido M. Conforti con la figura y testimonio del Patrono de las Misiones. Ya fundador, Conforti encaminó a su Familia misionera hacia una asimilación con Javier que forjase el perfil apostólico de sus misioneros. Uno de los momentos sobresalientes de este proceso de asimilación ha sido el Congreso sobre la Espiritualidad Javeriana (2006) que nos ha permitido redescubrir a Javier y experimentar como algo natural y evidente el motivo por el cual Conforti nos lo dio como “modelo y patrono”.

Este Año Jubilar, y al inicio de nuestra nueva misión en Marruecos, queremos reactualizar el relato provocador de aquel entrecruzamiento que marcó la fundación de Conforti, contemplando la asimilación que se da hoy entre la experiencia de Javier y aquella que los Javerianos queremos vivir siempre con mayor fidelidad y compromiso real.

Partimos del hecho de que, como ya alguien decía: cuando hablamos de Javier, no hablamos del itinerario de un apóstol que ha viajado por Cristo, sino del itinerario de un apóstol que ha sido conquistado por Dios. Así interpretaba Javier mismo las etapas de su vida. A continuación, veamos cómo las fases de su itinerario se entrelazan con algunas luces que motivan hoy nuestra javerianidad.

1. Dios lo arranca de la búsqueda de la gloria “humana” con la fuerza de su Palabra (París 1533): “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si, al final, pierde su alma?”. Le hace nacer “en el secreto de la noche” (¡cuántas horas de oración paciente y dócil!) el amor apasionado por las “almas”.

«La consagración, según Mons. Conforti, nace de la contemplación de Cristo crucificado y del amor que manifiesta y suscita: “así se ama”. “La experiencia de este amor gratuito de Dios es hasta tal punto íntima y fuerte que la persona experimenta que debe responder con la entrega incondicional de su vida, consagrándolo todo, presente y futuro, en sus manos”. Por consiguiente, es de una experiencia de amor de la que deriva el origen, el fundamento y el horizonte de nuestra consagración a Dios para la misión» (RMX 15).

2. Javier ha plantado la cruz en los últimos confines del mundo de su tiempo porque primero la cruz había sido plantada en su corazón.

«El misionero es el que ha contemplado a Cristo que señala a los apóstoles el mundo a conquistar… y ha quedado seducido» (DP 12 – Pagine Confortiane 977).

3. Descubre en su familia religiosa una comunidad en la que ve el rostro de la Iglesia, y cuenta con la comunicación con sus hermanos para entender cómo proceder para “convertir a la santa fe” a los pueblos que encontraba. En efecto, pide a sus hermanos que le escriban seguido, largo y tendido, pues, sus palabras son iluminadoras.

«Fascinados por el Señor Jesús y por su causa, movidos y ayudados por el Espíritu Santo, estamos llamados a vivir nuestra vocación en koinonía, conscientes de que la comunidad, en sí misma y por sí misma, es ya testimonio misionero y que el sujeto misionero más idóneo no es el individuo, sino la comunidad. […] En la comunidad nos evangelizamos mutuamente (es lugar de conversión), verificamos las motivaciones fundamentales de nuestro actuar (es lugar para compartir) y nos ayudamos unos a otros para alcanzar una mayor fidelidad al Reino y a la tarea que nos ha confiado la Iglesia (es lugar de discernimiento)» (RMX 19).

4. Nace a la misión (Lisboa 1541) y descubre el sentido de la itinerancia y del ser para los demás.

«El ad extra nos pide un éxodo espiritual, cultural, afectivo que nos haga capaces de aculturarnos en un nuevo ambiente y de no tener más seguridades que el Evangelio que anunciamos. Viviendo como extranjeros y huéspedes en otros pueblos, somos signos y fermento de aquella nueva familia humana que abraza a todos y realizamos la misión en la debilidad y en continuo camino, a imitación de Cristo, de los Apóstoles y de Francisco Javier, nuestro patrono» (RMX 12.2).

5. Experimenta que los retos y sacrificios de la misión, “cuando se viven con amor, se convierten en alegría y en fuentes de grandes y numerosas consolaciones”. Se descubre a sí mismo como imitador de Cristo pobre para servir a los pobres.

«Como misioneros “seguimos el camino que Cristo recorrió con su encarnación” (C 14). Por eso, y recordando las palabras de nuestro Fundador “no pueden adoptar medios diferentes de los que utilizó Cristo para fundar su Reino” (DP 16), emprendemos el camino de la kénosis elegida por Cristo, que pide que nos hagamos todo a todos» (RMX 48).

6. Ante los retos iniciales del aprendizaje de las lenguas, se siente como una frágil criatura, pero su debilidad, vivida en Cristo, se ve sostenida con la fuerza del Evangelio.

«Hoy, al Javeriano, se le pide una nueva radicalidad ante los desafíos de la misión que nos quieren testigos pobres y desarmados, libres de proyectos personales y en camino de búsqueda comunitaria del proyecto de Dios, libres también de la necesidad de dejar una posteridad distinta de la que nos viene del anuncio de la Palabra» (RMX 14.1).

7. Se reconoce impulsado por el Espíritu para ir hacia lo desconocido (1545: planes para Japón).

«La misión es obra del Espíritu y el misionero lo es en la medida en que se deja guiar por Él, transformándose en su colaborador» (RMX 26).

8. Ante la prospectiva de China (1551), Javier se interroga profundamente y vive la soledad de la debilidad hasta entregarse totalmente a Dios, confiando solamente en Él (3 de diciembre de1552).

«Consagrados para la misión, nuestro permanecer en ella es ad vitam, es decir, es algo relacionado más con el ser que con el hacer» (RMX 93). «La esperanza cristiana nos ayuda a aceptar con serenidad el momento difícil de la disminución de las fuerzas físicas y el retiro de la actividad» (RMX 94), pero seguimos «en misión hasta el final» (RMX 95).

La importancia y actualidad de San Francisco Javier en la identidad y misión de cada uno de nosotros Javerianos y de cada una de nuestras comunidades, mantienen su vigencia, sobre todo en lo que se refiere a las razones que han motivado su vida y su ser misionero. Javier ha sido un hombre apasionado de Cristo, de gran humanidad y en crecimiento permanente (en constante búsqueda), capaz de cultivar deseos fuertes y audaces, y de gozar en las tribulaciones, sostenido por una fe robusta y probada, impulsado por el ansia de anunciar a Cristo.

— Marruecos

جمعية القديس فرانسيسكوا خافيير
Jamaiat al-qadis Fransisko Jafier / Sociedad de San Francisco Javier


 Italiano

San Francesco Saverio e i Saveriani

San Francesco Saverio e i Saveriani sono come due itinerari missionari che si sono incrociati nel folgorante incontro che san Guido M. Conforti ha vissuto con la figura e la testimonianza del Patrono delle Missioni. Già fondatore, Conforti diresse la sua Famiglia missionaria verso un'assimilazione del Saverio che avrebbe forgiato il profilo apostolico dei suoi missionari. Uno dei momenti salienti di questo processo di assimilazione è stato il Convegno sulla Spiritualità saveriana (2006) che ci ha permesso di riscoprire il Saverio e di vivere come qualcosa di naturale ed evidente il motivo per cui il Conforti ce lo ha donato come “modello e patrono”.

Quest'anno giubilare, e all'inizio della nostra nuova missione in Marocco, vogliamo aggiornare il racconto provocante di quell'incontro che ha segnato la fondazione di Conforti, contemplando la corrispondenza che esiste oggi tra l'esperienza del Saverio e quella con cui noi saveriani vogliamo sempre vivere con fedeltà e vero impegno.

Partiamo dal fatto che, come qualcuno ha già detto, quando parliamo di Francesco Saverio, non stiamo parlando dell'itinerario di un apostolo che ha viaggiato per Cristo, ma piuttosto dell'itinerario di un apostolo che è stato vinto-conquistato da Dio. È così che il Saverio stesso ha interpretato le tappe della sua vita.

Vediamo ora come le fasi del suo itinerario si intrecciano con alcune luci che animano la nostra saverianità oggi.

1. Dio lo strappa dalla ricerca della gloria "umana" con la forza della sua Parola (Parigi 1533): "Che giova infatti all’uomo guadagnare il mondo intero, se alla fine perde la propria anima?" Dio fa nascere in lui "nel segreto della notte" (quante ore di paziente e docile preghiera!) l'amore appassionato per le "anime".

«La consacrazione, nel Beato Conforti, nasce dalla contemplazione del Cristo crocefisso e dall’amore che manifesta e suscita: “così si ama”.L’esperienza di questo amore gratuito di Dio è a tal punto intima e forte che la persona avverte di dover rispondere con la dedizione incondizionata della sua vita, consacrando tutto, presente e futuro, nelle sue mani” (VC 17). È dunque da un’esperienza d’amore che deriva l’origine, il fondamento e l’orizzonte della nostra consacrazione a Dio per la missione» (RMX 15).

2. Il Saverio ha “piantato” la croce negli estremi confini del mondo del suo tempo perché prima la croce era stata piantata nel suo cuore.

«Il missionario … ha contemplato in spirito Gesù Cristo che addita agli Apostoli il mondo da conquistare … e ne è rimasto rapito» (DP 12 – Pagine Confortiane 977).

3. Scopre nella sua famiglia religiosa una comunità in cui vede il volto della Chiesa, e si affida alla comunicazione/dialogo con i suoi fratelli per capire come procedere per "convertire alla santa fede" i popoli che incontrava. Chiede infatti ai suoi fratelli di scrivergli spesso, a lungo e con forza, in quanto le loro parole sono illuminanti.

«Affascinati dal Signore Gesù e dalla sua causa, noi Saveriani, mossi e aiutati dallo Spirito Santo, siamo chiamati a vivere la nostra vocazione in koinonia, consapevoli che la comunità è in sé e per sé già testimonianza missionaria e che il soggetto missionario più idoneo non è il singolo, ma la comunità. In questo modo, siamo chiamati ad adeguare la nostra vita personale e comunitaria alle esigenze di ciò che predichiamo. Nella comunità ci evangelizziamo mutuamente (luogo di conversione), verifichiamo le motivazioni fondamentali del nostro agire (luogo di condivisione) e ci aiutiamo reciprocamente ad una maggior fedeltà al Regno e al compito affidatoci dalla Chiesa (luogo di discernimento)» (RMX 19).

4. Nasce alla missione (Lisbona 1541) e scopre il significato dell'itineranza e dell'essere per gli altri.

«L’ad extra chiede anche un esodo spirituale, culturale, affettivo, che ci renda capaci di acculturarci in un nuovo ambiente e di non avere altre sicurezze al di là del Vangelo che annunciamo. Recandoci a vivere, come stranieri e ospiti presso altri popoli, siamo segni e fermenti di quella nuova famiglia umana che tutti li abbraccia, e viviamo la missione nella debolezza e nell’itineranza, ad imitazione di Cristo, degli apostoli e di Francesco Saverio, nostro patrono» (RMX 12.2).

5. Sperimenta che le sfide e i sacrifici della missione, “quando sono vissuti con amore, diventano gioia e fonte di grandi e numerose consolazioni”. Si scopre imitatore del Cristo povero per servire i poveri.

«Come missionari “seguiamo la via percorsa da Cristo con la sua incarnazione” (C 14). Per questo, e ricordando la parola del nostro Fondatore “non potete adoperare mezzi diversi da quelli adoperati da Cristo per la fondazione del suo Regno” (DP 16), prendiamo la via della kenosi scelta da Cristo, che ci chiede di farci tutto a tutti» (RMX 48).

6. Di fronte alle sfide iniziali dell'apprendimento delle lingue, si sente una creatura fragile, ma la sua debolezza, vissuta in Cristo, è sostenuta dalla forza del Vangelo.

«Oggi, al saveriano è richiesta una nuova radicalità di fronte alle sfide della missione che lo vogliono testimone povero e disarmato, libero dai suoi progetti ed in cammino di ricerca comunitaria del progetto di Dio e libero anche dal bisogno di lasciare una posterità se non quella che gli deriva dall’annuncio della Parola» (RMX 14.1).

7. Si sente spinto dallo Spirito ad andare verso l'ignoto (1545: piani per il Giappone).

«La missione è opera dello Spirito e il missionario è tale nella misura in cui si lascia guidare da Lui, diventandone un collaboratore» (RMX 26).

8. Di fronte alla prospettiva della Cina (1551), Francesco Saverio si interroga profondamente e vive la solitudine della debolezza fino a donarsi totalmente a Dio, confidando solo in Lui (3 dicembre 1552).

«Consacrati alla missione, il nostro permanere in essa è ad vitam, legato più all’essere che al fare, e quindi senza limiti di età» (RMX 93). «La speranza cristiana ci aiuta ad accettare con serenità il momento difficile del declino delle forze e del ritiro dall’attività» (RMX 94), però continuiamo («) in missione «fino anche alla morte» (RMX 95).

L'importanza e l’attualità di san Francesco Saverio nell'identità e nella missione di ciascuno di noi saveriani e di ciascuna delle nostre comunità, rimangono ancora molto valide, soprattutto per quanto riguarda le ragioni che hanno motivato la sua vita e il suo essere missionario. Il Saverio è stato un uomo appassionato di Cristo, di grande umanità e in costante perfezionamento (e in costante ricerca), capace di coltivare desideri forti e audaci, e di rallegrarsi nelle tribolazioni, sostenuto da una fede solida e provata e spinto dal desiderio di annunciare Cristo.

Marocco

جمعية القديس فرانسيسكوا خافيير
Jamaiat al-qadis Fransisko Jafier / Sociedad de San Francisco Javier


 English

Xavier and the Xaverians

Saint Francis Xavier and the Xaverians correspond to two missionary itineraries that intersected in the dazzling encounter that Saint Guido M. Conforti experienced in the encounter with the figure and the testimony of the Patron Saint of the Missions. Conforti, already a founder, directed his missionary Family towards an integration with Xavier that would mold his missionaries' apostolic profile. One of the outstanding moments of this assimilation process has been the Congress on Xaverian Spirituality (2006). This allowed us to rediscover Xavier and experience as something natural and evident, the reason why Conforti gave him to us as a "model and patron".

This Jubilee Year, and at the beginning of our new mission in Morocco, we want to revisit the provocative account of that encounter that marked the foundation of Conforti. We want to contemplate the integration that happens today between Xavier's experience and the one that we Xaverians always want to live in greater fidelity and real commitment.

We start from the fact that, as someone has already stated: when we speak about Xavier, we are not talking about the itinerary of an apostle who has traveled for Christ, but of the itinerary of an apostle who has been conquered by God. This is how Xavier himself understood the stages of his life. Then, let's see how the different stages of his itinerary intertwine with some bursts of light that motivate our being Xaverians today.

1. God pulls him away from the search for "human" glory with the power of his Word (Paris 1533): "What profit would there be for one to gain the whole world and forfeit his soul?" This wells up "in the secret of the night" (how many hours of patient and docile prayer!) a passionate love for "souls."

«In the mind of Blessed Guido Conforti, consecration is born of the contemplation of the crucified Christ and of the love made manifest therein: "this is how we should love." "The experience of this gracious love of God is so deep and so powerful that the person called senses the need to respond by unconditionally dedicating his or her life to God, consecrating to him all things present and future, and placing them in his hands" (VC 17). Consecration to the mission, therefore, owes its origin, foundation and prospect to an experience of love» (RMX 15).

2. Xavier planted the cross in the most remote corners of the known world of his time because first of all, the cross had been planted in his heart.

"The Missionary has contemplated Jesus Christ who shows the apostles the world that they must conquer for Gospel… and has been conquered." (DP 12 – Pagine Confortiane 977).

3. In his religious family, he discovers a community in which he sees the face of the Church and relies on communication with his brothers to understand how to proceed "converting to the holy faith" the peoples he encountered. He asks his brothers to write to him often, long and extended, because their words are illuminating.

«Captivated by the Lord Jesus and his cause, we Xaverians are called and helped by the Holy Spirit to live our vocation in koinonia, aware that the community is in itself already a missionary witness and that it, and not the individual, is the most suitable subject of the mission. Thus, we are called to adapt our personal and community life to the demands of the Gospel we preach. The community is where we evangelize each other (place of conversion), verify the fundamental motivations of our action (place of sharing), and help each other to a greater fidelity to the Kingdom and to the task entrusted to us by the Church (place of discernment) » (RMX 19).

4. Called to mission (Lisbon 1541), he discovered the meaning of itinerancy and being there for others.

«The ad extra calls for a spiritual, cultural, and affective exodus which enables us to achieve acculturation in a new cultural milieu with no security other than the Gospel we are sent to announce. Living as foreigners and guests among other peoples, we are the signs and the yeast fermenting the new human family that embraces everyone, and we live the mission as vulnerable itinerants, imitating Christ, the apostles, and our patron, Saint Francis Xavier» (RMX 12.2).

5. He experiences the challenges and sacrifices of the mission, "when they are lived with love, they become joy and sources of great and numerous consolations." He discovers himself as an imitator of the Christ, poor to serve the poor.

«As missionaries "we follow the road travelled by Christ in his incarnation" (C 14). For this reason, and remembering the words of our Founder "you cannot use any means for founding the Kingdom other than the ones adopted by Christ himself" (DP 16), we follow the path of kenosis chosen by Christ that asks us to make ourselves all things to all men". (VC 79)» (RMX 48).

6. Faced with the initial challenges of learning languages, he feels like a fragile creature, but his weakness lived in Christ is sustained by the strength of the Gospel.

«The challenges of the mission today call upon the Xaverian to a new radical lifestyle, as a poor and vulnerable witness, free from his own personal projects and open to a communal search for God, wishing to leave nothing behind for posterity other than the fruits of his proclaiming the Word. We should therefore pursue, at all levels, the rediscovery of the values and demands of our consecration as the most essential condition of our Congregation's renewal; we must strive towards a decisive re-appropriation of our charism by returning to the sources of our Father and Founder» (RMX 14.1).

7. He acknowledges himself as being driven by the Spirit to go into the unknown (1545: plans for Japan).

«The mission is the work of the Spirit, and the missionary is such to the extent that he becomes a collaborator of the Spirit, placing himself under His guidance» (RMX 26).

8. Faced with China's prospect (1551), Xavier deeply questions himself and lives the loneliness of weakness until he surrenders himself totally to God, trusting only in Him (December 3, 1552).

«Since we are consecrated to the mission ad vitam, our being missionaries is more concerned with our what we are than by what we do» (RMX 93). «Christian hope helps us to accept serenely the difficult experience of declining strength and our withdrawal from active work» (RMX 94), but we continue «in the mission … even until death» (RMX 95).

The importance and relevance of Saint Francis Xavier for the identity and mission of each Xaverian and of each of our communities remains valid, especially with regards to the reasons that motivated his life and his being a missionary. Xavier was a man passionate about Christ, of great humanity and permanently growing (in constant search), capable of cultivating strong and daring desires and rejoicing in tribulations. He was sustained by a robust and tested faith and driven by the desire to proclaim Christ.

— Morocco

جمعية القديس فرانسيسكوا خافيير
Jamaiat al-qadis Fransisko Jafier / Sociedad de San Francisco Javier


 Français

Xavier et les Xavériens

Saint François Xavier et les Xavériens équivalent à deux itinéraires missionnaires qui se sont entrecroisés dans la rencontre fulgurante que vécut saint Guido M. Conforti avec la figure et le témoignage du Patron des Missions. Déjà fondateur, Conforti a orienté sa Famille missionnaire vers une ressemblance avec Xavier en vue de forger le profil apostolique de ses missionnaires. L’un des moments forts de ce processus a été le Congrès sur la Spiritualité xavérienne (2006) qui nous a permis de redécouvrir Xavier et d’expérimenter comme quelque chose de naturel et évident la raison pour laquelle Conforti nous l’a donné comme « modèle et patron ».

En cette Année jubilaire, et au début de notre nouvelle mission au Maroc, nous voulons réactualiser le récit provocateur de ce croisement qui a marqué la fondation de Conforti, en contemplant le parallélisme qui existe aujourd’hui entre l’expérience de Xavier et celle que les Xavériens veulent vivre toujours avec une plus grande fidélité et un engagement réel.

Nous partons du fait que, comme quelqu’un le disait déjà : quand nous parlons de Xavier, nous ne parlons pas de l’itinéraire d’un apôtre qui a voyagé pour le Christ, mais de l’itinéraire d’un apôtre qui a été conquis par Dieu. C’est ainsi que Xavier interprétait lui-même les étapes de sa vie. Ensuite, nous voyons comment les phases de son itinéraire s’entrelacent avec quelques lumières qui motivent aujourd’hui notre être xavérien.

1. Dieu l’arrache de la recherche de la gloire « humaine » avec la force de sa Parole (Paris 1533) : « A quoi sert à l’homme de gagner le monde si, à la fin, il perd son âme ? ». Il lui fait naître « dans le secret de la nuit » (combien d’heures de prière patiente et docile !) l’amour passionné pour les « âmes ».

« La consécration naît en Mgr Conforti de la contemplation du Christ crucifié et de l’amour que ce dernier manifeste et suscite. « C’est ainsi que l’on aime ». « L’expérience de cet amour gratuit de Dieu est à ce point intime et forte que la personne comprend qu’elle doit répondre par un don inconditionnel de sa vie, en consacrant tout, le présent et l’avenir, entre ses mains » (VC 17). C’est donc d’une expérience d’amour que tirent l’origine, le fondement et l’horizon de notre consécration à Dieu pour la mission » (RMX 15).

2. Xavier a planté la croix aux extrémités du monde de son temps parce que la croix avait d’abord été plantée dans son cœur.

« Le missionnaire est celui qui a contemplé le Christ qui montre aux apôtres le monde à conquérir... et a été séduit » (DP 12 - Pagine Confortiane 977).

3. Il découvre dans sa famille religieuse une communauté dans laquelle il voit le visage de l’Eglise, et compte sur la communication avec ses frères pour comprendre comment procéder pour « convertir à la sainte foi » les peuples qu’il rencontrait. En effet, il demande à ses frères de lui écrire souvent, en long et en large, car leurs paroles sont une source de lumière.

Fascinés par le Seigneur Jésus et par sa cause, nous les Xavériens, poussés et aidés par l’Esprit Saint, nous sommes appelés à vivre notre vocation dans la koinonia, conscients du fait que la communauté est déjà en soi un témoignage missionnaire, et que le sujet missionnaire le plus idoine n’est pas l’individu, mais la communauté (…). Au sein de cette dernière, en effet, nous nous évangélisons mutuellement (lieu de conversion), nous vérifions les motivations fondamentales de notre agir (lieu de partage), et nous nous entraidons en vue d’une meilleure fidélité au Règne et à la charge qui nous a été confiée par l’Église (lieu de discernement) » (RMX 19).

4. Il naît à la mission (Lisbonne 1541) et découvre le sens de l’itinérance et de l’être pour les autres.

« L’ad extra requiert un exode spirituel, culturel et affectif qui nous rend capables de nous acculturer dans un nouveau milieu et de n’avoir d’autre sécurité que l’Évangile que nous annonçons. En allant vivre en étrangers et en hôtes auprès d’autres peuples, nous sommes des signes et ferments de la nouvelle famille humaine qui embrasse tous ces peuples. Nous vivons par-là aussi la mission dans la faiblesse et « l’itinérance » en imitant le Christ, les apôtres et notre patron, François Xavier » (RMX 12.2).

5. Il expérimente le fait que les défis et les sacrifices de la mission, « quand ils sont vécus avec amour, deviennent joie et sources de grandes et nombreuses consolations ». Il se découvre lui-même comme imitateur du Christ pauvre pour servir les pauvres.

« Comme missionnaires, « nous suivons la voie parcourue par le Christ dans son Incarnation » (C14). Pour cela, et en nous souvenant de la parole de notre Fondateur « vous ne pouvez pas utiliser des moyens différents de ceux que le Christ a utilisés pour établir son Règne » (DP 16), nous empruntons la voie de la kénose choisie par le Christ (cf. Ph 2,7ss), qui nous demande de nous faire tout à tous » (RMX 48).

6. Face aux défis du commencement de l’apprentissage des langues, il se sent comme une créature fragile, mais sa faiblesse, vécue dans le Christ, est soutenue par la force de l’Evangile.

« Aujourd’hui, le Xavérien est appelé à renouveler son choix radical vis-à-vis des défis de la mission qui lui demandent d’être un témoin pauvre et désarmé, libéré de ses projets et en chemin vers une recherche commune du projet de Dieu ; libéré aussi du besoin de laisser derrière lui une postérité, sinon celle qui vient de l’annonce de la Parole » (RMX 14.1).

7. Il reconnait qu’il est poussé par l’Esprit pour aller vers l’inconnu (1545 : plans pour le Japon).

« La mission est l’œuvre de l’Esprit, et le missionnaire l’est dans la mesure où il se laisse guider par Lui, devenant ainsi son collaborateur » (RMX 26).

8. Face à la perspective de la Chine (1551), Xavier s’interroge profondément et vit la solitude de la faiblesse jusqu’à se donner totalement à Dieu, ne comptant que sur Lui (3 décembre 1552).

Consacrés à la mission, nous le sommes ad vitam. La consécration est plus liée à l’être qu’au faire » (RMX 93). « L’espérance chrétienne nous aide à accepter avec sérénité le moment difficile du déclin des forces et de la retraite de l’activité » (RMX 94), mais nous continuons « dans mission jusqu’à la fin » (RMX 95).

L’importance et l’actualité de Saint François Xavier dans l’identité et la mission de chacun de nous, Xavériens et de chacune de nos communautés, conservent leur vigueur, surtout en ce qui concerne les raisons qui ont motivé sa vie et son être missionnaire. Xavier a été un homme passionné pour le Christ, d’une grande humanité et en croissance permanente (recherche constante), capable de cultiver des désirs forts et audacieux, et de jouir dans les tribulations, soutenu par une foi robuste et éprouvée et poussé par le désir d’annoncer le Christ.

— Marruecos

جمعية القديس فرانسيسكوا خافيير
Jamaiat al-qadis Fransisko Jafier  Société de San Francisco Xavier

Antonio Flores sx
27 November 2020
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