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El don de la fidelidad y la alegría de la perseverancia

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1.- Introducción

Dentro de unos días, la mayoría de ustedes estarán emitiendo sus votos perpetuos, uno de ustedes los renovará, pero ya pensando en una futura profesión perpetua. No creo equivocarme al afirmar que más de uno entre ustedes se ha hecho la pregunta sobre su perseverancia ante tal compromiso. Permanecer fiel, en esta consagración por toda la vida no es ni será algo fácil. Más aun reconociéndonos hijos de nuestro tiempo que nos ha infiltrado “ese virus de lo provisorio”, esa mentalidad del “solo por hoy”.

Démonos cuenta que estamos llamados a perseverar y dar testimonio de fidelidad en una cultura que no cree ni da valor a lo duradero. Esta cultura de lo provisorio no cesa de influir en las opciones de vida y en la vocación misma a la vida consagrada provocando en muchos una fidelidad frágil y, «cuando el “para siempre” es débil -afirma el papa Francisco- cualquier razón vale para dejar el camino comenzado». Hermanos, la coherencia y la fidelidad a la causa de Cristo no son virtudes improvisadas, sino que requieren, de parte nuestra, ser profundamente conscientes de las implicaciones humanas, espirituales, psicológicas y morales de una vocación a la vida consagrada. Además, la realidad nos hace ver que no basta haber hecho todo el periodo de votos temporales para garantizar esta fidelidad y esta perseverancia en nuestra consagración. Los abandonos de religiosos y religiosas a los pocos años de haber hecho los votos perpetuos nos interroga, nos interpela y nos compromete en la búsqueda de actitudes y acciones que debemos asumir para alcanzar esa perseverancia y esa fidelidad en las situaciones que, el religioso de hoy, tiene que vivir.

Un camino de fidelidad en la perseverancia exige saber mirar con realismo y objetividad la propia experiencia de persona consagrada, sin cerrar los ojos ante la aparición de problemas o de una situación crítica, que pueden ser señal de una fidelidad inestable o consecuencia de la infidelidad. Una persona consagrada, en un camino de fidelidad auténtica, lee y discierne la propia historia y se interroga ante todo sobre la «fidelidad del amor»; aprende a escuchar la propia conciencia y a tener una conciencia formada, dotada de juicio recto; disciplina la propia vida para no privar de sentido el cuidado de la interioridad; acoge el don de la gracia divina, promesa y prenda de nuestro permanecer en su amor (cf. Jn 15,9). A fin de cuentas, vive su consagración en pleno compromiso con su realidad frágil y con la gracia de Dios que lo acompaña y fortalece.

Quisiera pues que tratáramos este tema, para ello los invito a leer un documento que me parece muy iluminativo y muy importante, emitido por la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, el año 2020, se intitula: “El don de la fidelidad. La alegría de la perseverancia”. Orientaciones para «Permaneced en mi amor». (Jn 15,9).

De parte mía, hoy, voy a introducir algunos elementos que el documento presenta, para ello, vamos tambien a ver fragmentos de un video, de igual manera les recomiendo verlo todo; yo solo les haré ver algunos minutos, es un “Conservatorio” sobre el tema de la fidelidad y la perseverancia, a partir del documento del que estamos hablando, organizado por la Universidad Javeriana de Colombia, la Arquidiócesis de Bogotá, y dirigido por Mons. Alejandro Díaz, formador del Seminario Conciliar de San José, en Bogotá, y la hermana Gloria Liliana Franco ODN, presidenta de la CLAR.

2.- Fidelidad y perseverancia

Uno de los retos más fuertes para la vida religiosa se centra en esta realidad: la fidelidad. De hecho, uno de los signos proféticos más fuertes que podemos y debemos dar los religiosos en el mundo de hoy es exactamente la fidelidad, el ser religiosos que viven plenamente su consagración, de manera alegre, feliz, perseverante y fiel. Si tuviera que expresarte un deseo, el día de tu profesión perpetua, no sería otro que éste: “que seas fiel y perseveres en tu fidelidad”. No por algo, entre las oraciones del Conforti, la oración del don de la perseverancia tiene su importancia y urgencia.

¿Cómo saber que vas a ser fiel? ¿Qué vas a perseverar? Solo con el tiempo lo sabremos, y eso se asume recorriéndolo. No lo sabremos hoy, sino con el transcurso del tiempo. La fidelidad se confronta con el tiempo, con la historia, con la vida cotidiana. “Pero, ¿cómo reconocer la propia fidelidad si no es a partir de la fidelidad de Aquel que es fiel (cf. lTs 5,24) y de la fe en Él? Es fiel quien conserva conjuntamente la memoria y el presente; esto es lo que le permite ser perseverante. La perseverancia, en efecto, sólo puede ser sostenida por una memoria Dei”. Aquí doy pie a uno de los primeros diálogos de este “Conservatorio”, de este dialogo del que les hablaba. Podemos formular las siguientes preguntas:

  • ¿Dónde se ancla la fidelidad? ¿Dónde se afianza, se sostiene nuestra fidelidad? (Video, 1’.47- 9’,03)

Que alegría entrar en esta consagración total sabiendo que no debo ser un robot, que puedo aventurarme con mis cualidades y limites a vivir con creatividad mi consagración sin tener miedo a faltar contra el carisma o contra la fidelidad. Me recuerda aquello que nos dijeron nuestros superiores durante el año jubilar. “Estamos convencidos que nuestra pequeña realidad carismática, a través de la mediación de nuestro padre Fundador, es un don del Espíritu a la Iglesia (cfr. C 1). Exige de parte nuestra ser custodiado en la verdad y en la fidelidad: misión ad gentes, ad extra y ad vitam, vivida en la consagración religiosa. Dios ha puesto en nosotros su confianza y por ello nos la ha confiado. Ahora bien, la concretización histórica del carisma no es estática sino dinámica, ya que, en todo momento, a los nuevos desafíos misioneros es necesario darles nuevas respuestas. Esto requiere la no fácil unión entre fidelidad y creatividad”. (Carta DG, no 29).

Pero demos otro paso, quizá hablando de manera más concreta, pudiéramos hacernos estas preguntas:

  • ¿Qué practicas concretas y hábitos concretos podrían contribuir a acrecentar la virtud de la perseverancia en la vida consagrada? ¿De qué manera mi vida comunitaria se puede volver un apoyo crucial para vivir en fidelidad mi consagración? (20’,55 – 31’,15)

Para responder y profundizar estas preguntas, nuevamente demos la palabra a los hermanos de Colombia.

3.- Conclusiones

Para concluir, solo retomo el subtítulo del documento, puesto que me ha llamado la atención: Orientaciones. “Permanezcan en mi amor”. Permanecer en el amor es reconocer que la fidelidad se afina en el crisol de la contemplación, de experimentar en todo momento ese amor; para poder vivir en fidelidad es necesario que acuñemos/grabemos/forjemos en nosotros una actitud contemplativa que nos lleve a escuchar y saborear el querer de Dios en la palabra de Dios, en la historia y en la realidad en la cual estamos insertados y donde vivimos esta fidelidad. La contemplación es un “itinerario” de apertura a todas las realidades de nuestra vida, es una actitud que nos sitúa ante todo lo que se juega en nuestro interior, sentimientos, deseos, pero siempre en la búsqueda de ese querer de Dios, que es fundamento de nuestra fidelidad. Esta actitud de vida, la contemplación, no nos encierra, nos abre a Dios y su querer y tambien al cambio y por lo tanto nos dispone a la permanencia y a la fidelidad; más aún, nos lanza al camino, porque la fidelidad de la que hablamos, es la fidelidad del peregrino, del que sigue a Jesus en el camino de la vida. Caminar con actitud contemplativa todos los senderos de nuestra vida y, en ellos, testimoniar esta fidelidad y vivir esta alegría de la perseverancia. La actitud contemplativa nos da dos instrumentos vitales para la “permanencia” o la perseverancia: escucha y discernimiento. Escucha, no solo de Dios, sino sobre todo de nuestra realidad, nuestros sentimientos y deseos, conscientes de la gracia recibida, del primer amor, y discernimiento ante la realidad del Espíritu que siempre nos renueva y nos da la fuerza para permanecer en fidelidad y en alegría.

¡Animo!, permanezcan en el amor de quien los ha llamado y escogido.


María, mujer fiel,
tú que has acogido con docilidad
el Espíritu de la verdad
que procede del Padre,
a través de tu Hijo Jesús,
enséñanos a custodiar el don de la vocación
y a redescubrir cada día su vitalidad.

Te miramos a Ti,
para contemplar la obra de Dios
que regenera nuestra capacidad de amar
y cura nuestra fidelidad herida.

Te miramos a Ti,
perseverante en el seguimiento,
custodia vigilante y amante de la Palabra
(cf. Lc 2,19; 2,51b),
para admirar en ti la plenitud de vida
de quien en la fidelidad da mucho fruto.

Te miramos a Ti,
perseverante al pie de la cruz (cf.Jn 19,25),
para estar junto a las infinitas cruces del mundo,
donde Cristo aún está crucificado en los pobres
y en los abandonados,
para llevarles consuelo y fraternidad.

Te miramos a Ti,
perseverante con los Apóstoles en la oración
(cf. Hch 1,12-14),
para abrasarnos del Amor que nunca se apaga,
caminar con alegría y afrontar las derrotas
y las desilusiones sin angustias.

María, mujer fiel, ruega por nosotros,
alcánzanos de tu Hijo y Redentor nuestro
una fe viva y enamorada,
una caridad humilde y diligente,
para vivir el don de la fidelidad con perseverancia,
sello humilde y gozoso de la esperanza.

Amén.

Bibliografía:

P. Rubén Antonio Macias Sapien sx
16 Marzo 2022
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