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Tras las huellas del Sínodo para la Amazonía

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Sueños a realizar

Como decían los teólogos latinoamericanos, hablar de Dios, hacer teología, es un “segundo momento”. El primero es la experiencia fundante de la revelación de Dios en la vida. Sólo la realidad puede brindarnos esa experiencia fundante que genera la manera como vemos la realidad. Y hoy, para mí, después de un año de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica (Roma, 6 - 27 Octubre 2019), es sumamente complicado hablar del camino postsinodal desde un escritorio, sentado al frente de una computadora, y tratando de asumir la realidad “impuesta” de la pandemia del coronavirus.

Es difícil hablar del Sínodo en su complejidad y en su caminar concreto, pues mucho de lo que se pudo hacer después del momento celebrativo del Sínodo, se ha reducido a informaciones virtuales, acompañamiento a distancia, reuniones en grupos por internet. Mientras tanto, la realidad, muchas veces cruel y violenta, sigue su curso. Los mismos, personas y grupos financieros, que desde décadas adoptaron la vida del “rico Epulón”, continúan aprovechándose de la situación pandémica para concretar su avaricia y acumular riquezas sin importarles el amor al prójimo, a las generaciones futuras, o al cuidado de nuestra Casa Común.

Hace un año, salimos del Sínodo con muchos “sueños” y algunos se han hecho realidad. El grupo del Post Sínodo fue constituido por diversos integrantes. Ellos llevan adelante los “sueños” emanados de las conclusiones. Cada uno en la realidad en que se encuentra hace lo que puede para planear aquello que será posible realizar. Algunos se encuentran en las grandes ciudades enfrentándose a los desafíos ya mencionados en el Documento Final del Sínodo para la Amazonía. Otros acompañan grupos específicos como indígenas, comunidades tradicionales, derechos humanos, grupos con una identidad particular; otros divulgan y elaboran estrategias para defender el ambiente y sus habitantes, etc.

Este grupo ya ha comenzado a organizarse y a articular las fuerzas actuantes en la Pan Amazonía, es decir, la Amazonía de los nueve países que la componen. Se han articulado en Red; una manera de comunicarse y compartir las luchas y la búsqueda de soluciones para problemas comunes y también problemas propios de cada contexto. Todo esto quiere ser una respuesta a los gritos que vinieron de la Amazonía: el grito del “otro”, del “diverso” y el grito “de la tierra, el agua, la floresta y sus vivientes”. Y en los próximos días, la recién creada Conferencia Eclesial de la Amazonía tendrá su primera Asamblea General.

En nuestro grupo Regional Norte II, que comprende los estados de Pará y Amapá, estamos organizándonos, al menos a distancia, compartiendo los trabajos de concientización que algunos están haciendo a través de “lives”. Otros atienden directamente a migrantes venidos de Venezuela; otros están en la asistencia a las familias de las periferias; otros en la defensa de las mujeres y contra la trata de personas; otros con las poblaciones indígenas, etc. Hay mucho todavía por organizar, articular y construir. Sin embargo, la deforestación y las quemas, las privatizaciones, el menosprecio a los derechos continua. Esperamos no llegar demasiado atrasados y poder actuar antes de que se entremos en un punto de inflexión en el que no haya de otra que volver atrás.

Uno de los “problemas” que se presentaron en el Sínodo fue el de la comprensión y concordancia pastoral. Me refiero al primer tema del Sínodo: “Nuevos caminos para la Iglesia”. Ahí el desafío sigue siendo mayor porque se trata de entrar en las visiones de la realidad; y la realidad es la que condiciona nuestra visión. Es diferente el mundo visto desde los pobres, desde los vulnerables de la historia, desde el mundo indígena, a verlo desde el mundo de las comodidades, desde nuestras seguridades. Cada lugar en que me encuentro me revela a Dios de un modo diverso. Pues bien, en el Documento Final del Sínodo, se constata claramente la dificultad de la comprensión y aceptación de la pluralidad de la realidad universal. Seguramente el Concilio de Jerusalén (Hechos 15) fue más audaz. Me parece que esta sea una de las partes esenciales en que la Iglesia debe reflexionar y continuar actuando. Lo describe muy bien Mario Menin: “No se trata sólo de querer bien las culturas confeccionando gramáticas, vocabularios y catecismos en lengua local, para instaurar una comunicación con sentido único entre el misionero y el destinatario de la evangelización; sino de conocer la belleza y la santidad de las culturas; o sea, ‘las riquezas que Dios en su magnanimidad ha dado a los pueblos´. Sobreabundan los misioneros compositores de esos instrumentos de comunicación, pero es mucho más reducido el número de aquellos que se empeñan de verdad en la obra de discernimiento de la presencia de Dios y de su Espíritu en las culturas, gratuitamente” (M. Menin, Missione, Cittadella, Assisi 2016, pp. 38-39). Cuando descubramos eso, nos daremos cuenta que no existe sólo una historia y un concepto de verdad, o de belleza, o de organización del mundo. Sino que la riqueza de los dones de Dios es mucho más desbordante de lo que imaginamos.

Para quien vive en estos suelos, la pluralidad es una realidad que salta a la vista. Por ejemplo: tan sólo en el estado de Pará, hay 39 pueblos indígenas (sin contar los pueblos libres que se refugiaron en la selva voluntariamente). Cada pueblo tiene su propia historia, sus propios ritos, su propia organización social, etc.; imagínense los más de trecientos pueblos de la Pan Amazonía. Y por pocos que sean estos pueblos, no podemos dejar de considerarlos como verdaderos sujetos de interlocución. En su misión, la Iglesia ya no trata a los otros como meros destinatarios de la evangelización, sino como interlocutores de diálogo y sujetos de vida en común.

Para terminar, creo que, para nosotros misioneros, la mejor lección de la Asamblea Especial del Sínodo para la región Panamazónica, es la de mantenernos siempre en una actitud de salida de sí mismos y del lugar en que estamos, para encontrar al otro, al diverso, y después de amarlo y comprenderlo, llegar a ver con su mirar, como él mira al Padre; al Padre que Jesús vino a revelarnos y nos mandó a anunciar con la fuerza de su Espírito Santo; Espíritu que nos hace entrar en comunión con la Trinidad en una respuesta de fe, en la vida y el amor de Dios, que nos hace parte de su familia. 

Pedro Saul Ruíz sx

 


Italiano

Sulle orme del Sinodo per l'Amazzonia

Sogni da realizzare

Come dicevano i teologi latinoamericani, parlare di Dio, fare teologia è un "secondo momento". Il primo è l'esperienza fondante della rivelazione di Dio nella vita di ciascuno. Solo la realtà può fornirci quell'esperienza fondante, generata dal modo in cui vediamo la realtà. E oggi, per me, dopo un anno dall’ Assemblea Speciale del Sinodo dei Vescovi per la Regione Panamazzonica (Roma, 6 - 27 ottobre 2019), non è facile parlare del percorso post-sinodale da una scrivania, seduto davanti a un computer e cercando di assumere la realtà "imposta" dalla pandemia di coronavirus.

Mi è difficile parlare del Sinodo nella sua complessità e nel suo percorso concreto, poiché molto di quello che ho potuto fare dopo la celebrazione del Sinodo si è ridotto a informazione virtuale, accompagnamento a distanza, incontri di gruppo in Internet. Intanto, la realtà, spesso crudele e violenta, fa il suo corso. Le stesse persone e gruppi finanziari, che per decenni hanno adottato lo stile del "ricco epulone", continuano ad approfittare della situazione creata dalla pandemia per accumulare avidamente ricchezze, senza preoccuparsi dell'amore del prossimo, delle generazioni future o della cura della nostra Casa comune.

Un anno fa, abbiamo lasciato il Sinodo con tanti "sogni" e alcuni si sono avverati. Il gruppo Post Sinodo, composto da vari suoi partecipanti, cerca di concretizzare i "sogni" emanati dalle conclusioni. Ciascuno nella realtà in cui si trova fa tutto il possibile per pianificare ciò che sarà possibile fare. Alcuni si trovano nelle grandi città affrontando le sfide già citate nel Documento finale del Sinodo per l'Amazzonia. Altri accompagnano gruppi specifici come gli indigeni, le comunità tradizionali, i diritti umani, i gruppi nativi; altri diffondono e sviluppano strategie per difendere l'ambiente e i suoi abitanti, etc.

Tutto questo vuole essere una risposta alle grida che provengono dall'Amazzonia: il grido dell'"altro", del "diverso" e il grido della terra, dell'acqua, della foresta e dei suoi esseri viventi. Questo gruppo ha già iniziato ad organizzare le forze che agiscono nella Pan Amazonía, composta da nove paesi. Sono stati organizzati in Rete, un modo di comunicare e condividere le lotte e la ricerca di soluzioni per problemi comuni e anche per problemi specifici di ogni contesto. E nei prossimi giorni, la neonata Conferenza ecclesiale dell'Amazzonia avrà la sua prima Assemblea Generale.

Nel nostro grupo, Regional Norte II, che comprende gli stati di Pará e Amapá, ci stiamo organizzando, almeno “a distanza”, condividendo il lavoro di sensibilizzazione che alcuni hanno svolto attraverso incontri “lives”. Altri collaborano nell'assistenza diretta ai migranti provenienti dal Venezuela; altri nell'assistenza alle famiglie nelle periferie; altri con la difesa delle donne e contro la tratta di esseri umani; altri con popolazioni indigene; etc. C'è ancora molto da organizzare, articolare e costruire. Per ora continuano la deforestazione e gli incendi, le privatizzazioni, lo smantellamento dei diritti. Speriamo di non essere troppo in ritardo e di agire prima di arrivare a un punto così critico che non ci sarà più modo di tornare indietro.

Uno dei "problemi" del Sinodo è stato quello della comprensione e concordanza pastorale. Mi riferisco al primo tema del Sinodo: “Nuevos caminos para la Iglesia”. La sfida continua ad essere grande perché si tratta di entrare nelle diverse visioni della realtà. Allo stesso tempo, è la realtà ciò che condiziona la nostra visione. Il mondo è diverso visto dai poveri, dai vulnerabili nella storia, dagli indigeni, dalla realtà del comfort o delle nostre sicurezze. Ogni luogo in cui mi trovo mi rivela Dio in modo diverso. Ebbene, nel Documento finale, viene chiaramente affermata la difficoltà di comprensione e accettazione della pluralità della realtà universale. Sicuramente il Concilio di Gerusalemme (Atti 15) è stato più audace. Mi sembra che questo sia uno dei temi essenziali su cui la Chiesa deve riflettere e continuare ad agire. Mario Menin lo descrive molto bene: «Non si tratta solo di voler bene alle culture confezionando grammatiche, vocabolari e catechismi in lingua locale, per instaurare la comunicazione a senso unico tra il missionario e i destinatari dell'evangelizzazione; ma di conoscere la bellezza e la santità delle culture; ossia "quali ricchezze Dio nella sua munificenza ha dato ai popoli". Sovrabbondano i missionari compositori di questi strumenti di comunicazione, ma è molto più ridotto il numero di quelli che si impegnano davvero nell’opera di discernimento della presenza di Dio e del suo Spirito nelle culture, gratuitamente» (M. Menin, Missione, Cittadella, Assisi 2016, pp. 38-39).

Quando lo scopriremo, ci renderemo conto che non c'è solo una storia e un concetto di verità, o bellezza, o organizzazione del mondo. Piuttosto, la ricchezza dei doni di Dio è molto più ampia di quanto immaginiamo.

Per chi vive da queste parti, la pluralità è una realtà ovvia. Ad esempio: solo nello stato del Pará ci sono 39 popolazioni indigene (senza contare le popolazioni “libere” che si sono rifugiate volontariamente nella foresta). Ogni città ha la sua storia, i suoi rituali, la sua organizzazione sociale; e ci sono altre trecento cittadine nella Pan Amazonia. E per quanto pochi siano questi popoli, non possiamo non considerarli come veri soggetti di dialogo. Nella sua missione, la Chiesa non tratta più gli altri come semplici destinatari di evangelizzazione, ma come interlocutori di dialogo e soggetti di vita comune.

Per concludere, credo che la migliore lezione dell'Assemblea Speciale del Sinodo per la Amazzonia per noi missionari, sia quella di mantenere sempre un atteggiamento di uscita da sé stessi, dal luogo in cui ci troviamo, per incontrare l'altro, il diverso e dopo averlo amato e compreso, riuscire a vedere con il suo sguardo, come egli guarda il Padre; il Padre che Gesù è venuto a rivelarci e ci ha comandato di annunciare con la forza del suo Santo Spirito; Spirito che ci fa entrare in comunione con la Trinità in una risposta di fede, nella vita e nell'amore di Dio,  e che ci fa parte della Sua Famiglia.

Pedro Saul Ruíz A., sx


Português

Nas pegadas do Sínodo para a Amazônia

Sonhos a serem realizados

Como diziam os teólogos latino-americanos, falar de Deus, fazer teologia, é um "segundo momento". O primeiro é a experiência fundamental da revelação do Deus da Vida. Só a realidade pode nos fornecer essa experiência fundante que gera a maneira como vemos a realidade. E hoje, para mim, depois de um ano da Assembleia Especial do Sínodo dos Bispos para a região Pan-amazônica (Roma, 6 - 27 de outubro de 2019), é extremamente complicado falar sobre o caminho pós-sinodal a partir do escritório, sentado na frente a um computador, tentando assumir a realidade "imposta" pela pandemia do coronavírus.

É difícil falar do Sínodo na sua complexidade e no seu caminho concreto, pois muito do que pode ser feito depois do momento celebrativo do Sínodo, foi reduzido a informações virtuais, acompanhamento à distância, através de reuniões em grupos on-line. Enquanto isso, a realidade, muitas vezes cruel e violenta, segue seu curso. As mesmas pessoas e grupos financeiros, que durante décadas adotaram a vida "do rico e do Lazaro", continuam aproveitando a situação pandêmica para realizar sua ganância e acumular riquezas sem se preocupar com o amor ao próximo, as gerações futuras ou ao cuidado da Casa Comum.

Há um ano, saímos do Sínodo com muitos "sonhos" e alguns se tornaram realidade. O grupo pós-sinodal foi formado por vários integrantes. Eles levan adiante os "sonhos" que emanam das conclusões. Cada um na realidade em que se encontra, faz o que pode para planejar o que será possível fazer. Alguns se encontram nas grandes cidades, enfrentando os desafios já mencionados, no Documento Final do Sínodo para a Amazônia. Outros acompanham grupos específicos, como povos indígenas, comunidades tradicionais, direitos humanos, grupos com uma identidade particular; outros divulgam e desenvolvem estratégias de defesa do meio ambiente e dos seus habitantes, etc.

Este grupo já começou a se organizar e articular as forças que atuam na Pan-Amazonía, ou seja, a Amazônia dos nove países que o compõem. Eles se articularam em Rede; um jeito de comunicar e compartilhar as lutas e a busca de soluções para problemas comuns e também problemas próprios de cada contexto. Tudo isso quer ser uma resposta aos clamores que vieram da Amazônia: o clamor do "outro", do "diverso" e o clamor da "terra, da água, da floresta e de seus seres vivos". Nos próximos dias, a recém-criada Conferência Eclesial da Amazônia terá sua primeira Assembleia Geral.

No nosso grupo Regional Norte II, formado pelos estados do Pará e Amapá, estamos nos organizando, pelo menos remotamente, compartilhando o trabalho de conscientização, que alguns estão fazendo por meio de "lives". Outros atendem diretamente a migrantes da Venezuela; outros estão na assistência às famílias das periferias; outros na defesa da mulher e contra o tráfico de pessoas; outros com populações indígenas, etc. Ainda há muito que organizar, articular e construir. Porém, o desmatamento, as queimadas, as privatizações, o desrespeito aos direitos continua. Esperamos não chegar demasiado atrassados e sermos capazes de agir, antes de entrarmos em um ponto de inflexão, onde não há outro jeito a não ser recuar.

Um dos "problemas" que foram apresentados no Sínodo, foi o da compreensão pastoral e da concordância pastoral. Refiro-me ao primeiro tema do Sínodo: “Novos caminhos para a Igreja”. Aí o desafio é ainda maior, porque se trata de entrar nas visões da realidade; é a realidade o que condiciona nossa visão. O mundo é diferente visto a partir dos pobres, dos vulneráveis ​​na história, do mundo indígena, a vê-lo a partir do mundo do conforto e da nossa segurança. Cada lugar em que me encontro me revela Deus de uma maneira diferente. Pois bem, no Documento Final do Sínodo fica clara a dificuldade de compreender e aceitar a pluralidade da realidade universal. Certamente o Concílio de Jerusalém (Atos 15) foi mais ousado. Parece-me que esta é uma das partes essenciais sobre a qual a Igreja deve refletir e continuar a agir. Mario Menin o descreve muito bem: “Não se trata apenas de amar bem as culturas, criando gramáticas, vocabulários e catecismos na língua local, para estabelecer uma comunicação unilateral entre o missionário e o destinatário da evangelização; mas para conhecer a beleza e santidade das culturas; isto é, 'as riquezas que Deus em sua magnanimidade doada aos povos'. Não faltam os missionários que são compositores destes instrumentos de comunicação, mas é muito menor o número daqueles que realmente se comprometem no trabalho de discernimento, da presença de Deus e do seu Espírito nas culturas ”(M. Menin, Missione , Cittadella, Assisi 2016, pp. 38-39). Quando descobrirmos isso, perceberemos que não existe apenas uma história e um conceito de verdade, ou de beleza, ou de organização do mundo. Mas, a riqueza dos dons de Deus é muito mais impressionante do que imaginamos.

Para quem vive nesses solos, a pluralidade é uma realidade evidente. Por exemplo: só no estado do Pará existem 39 povos indígenas (sem contar os povos livres que se refugiaram voluntariamente na selva). Cada povo tem sua própria história, seus próprios ritos, sua própria organização social, etc.; imagine os mais de trezentos povos da Pan-Amazonía. E por menores que sejam esses povos, não podemos deixar de considerá-los como verdadeiros sujeitos de interlucução. Na sua missão, a Igreja não trata mais os outros como meros destinatários da evangelização, mas como interlocutores do diálogo e sujeitos da vida em comum.

Para concluir, creio que, para nós missionários, a melhor lição da Assembleia Especial do Sínodo para a Pan-Amazônia é manter-nos sempre em atitude de saída de nós mesmos e do lugar em que estamos, para encontrar o outro, o diverso, e depois de amá-lo e compreendê-lo, chegar a ver com seu olhar, como ele olha para o Pai; ao Pai que Jesus veio nos revelar e nos mandou proclamar com a força do seu Espírito Santo; Espírito que nos faz entrar em comunhão com a Trindade numa resposta de fé, na vida e no amor de Deus, que nos faz parte de sua família.

Pedro Saul Ruíz sx


 Français

Sur les traces du Synode pour l'Amazonie

Rêves à réaliser

Les théologiens latino-américains le disaient déjà, parler de Dieu, faire de la théologie, est un « pas postérieur ». Le premier est faire justement l'expérience fondatrice de la révélation de Dieu dans la vie. Seule la réalité peut nous fournir cette expérience fondatrice qui génère la façon dont nous voyons la réalité. Et aujourd'hui, pour moi, après un an de l’Assemblé Spéciale du Synode des Évêques pour la région pan amazonienne (Rome, 6-27 octobre 2019), il est extrêmement difficile de parler du chemin post-synodal d’après une table de bureau, assis devant un ordinateur, et en essayant d'assumer la réalité « imposée » de la pandémie de coronavirus.

Il est difficile de parler du Synode dans sa complexité et dans son real cheminement, car une grande partie de ce que on aurait pu faire après le moment festif du Synode a été réduite à des informations virtuelles, de l'accompagnement à distance, des réunions en ligne avec des groupes. Entretemps, la réalité, souvent cruelle et violente, continuait son parcours. Ceux de toujours, les personnes et les groupes financiers, qui ont adopté pendant des décennies la vie du "riche Epulon", continuent de profiter de la situation pandémique pour réaliser leur cupidité et accumuler des richesses sans se soucier de l'amour du prochain, des générations futures ou du soin de la maison commune.

Il y a un an, nous avons quitté le Synode avec de nombreux « rêves » et certains se sont réalisés. Le groupe post-synodal a été intégré par divers membres. Ils réalisent les "rêves" dérivés des conclusions. Chacun á partir de la réalité dans laquelle il se trouve fait ce qu'il peut pour planifier tout ce qui serait possible faire. Certains se trouvent dans les grandes villes et font face aux défis déjà mentionnés dans le Document final du Synode pour l'Amazonie. D'autres accompagnent des groupes spécifiques tels que les peuples originaires, les communautés traditionnelles, les droits de l'homme, les groupes ayant une identité particulière ; d'autres diffusent et développent des stratégies de défense de l'environnement et de ses habitants, etc.

Ce groupe a déjà commencé à s’organiser et à articuler les forces qui opèrent dans la Pan Amazonie, c'est-à-dire l'Amazonie des neuf pays qui la composent. Ils ont été articulés en réseau ; une manière de communiquer et de partager les luttes et la recherche de solutions à des problèmes communs mais aussi à des problèmes spécifiques à chaque contexte. Tout cela veut être une réponse aux cris venus de l’Amazonie : le cri de « l’autre », du « divers » et le cri de «la terre, de l'eau, de la forêt et ses êtres vivants ». Et dans les prochains jours, la nouvelle Conférence Ecclésiale de l'Amazonie aura sa première Assemblée générale.

Dans notre groupe Régional Nord II, qui comprend les États de Pará et d'Amapá, nous nous organisons, au moins à distance, en partageant les travaux de sensibilisation que certains sont en train de faire à travers des « lives ». D'autres s’occupent directement des migrants du Venezuela ; d'autres s’engagent dans l'assistance aux familles des banlieues ; d'autres dans la défense des femmes et contre la traite des êtres humains ; d'autres avec des populations autochtones, etc. Il reste encore beaucoup à organiser, articuler et construire. Cependant, la déforestation et les incendies, les privatisations, le mépris des droits persiste. Nous espérons ne pas arriver trop en retard et pouvoir agir avant d'entrer dans un point d'inflexion où il n'y aurait pas un autre chemin que celui de revenir en arrière.

L'un des « problèmes » qui se sont posés au Synode était celui de la compréhension et de la concordance pastorales. Je me réfère au premier thème du Synode : « De nouveaux chemins pour l’Église ». Là, le défi est encore plus grand car il s'agit d'entrer dans les visions de la réalité ; et la réalité est ce qui conditionne notre vision. Le monde vu des pauvres, des vulnérables de l'histoire, du monde des peuples originaires, est différent de celui vu á partir du monde du confort, de notre sécurité. Chaque endroit où je me trouve me révèle Dieu d'une manière différente. Eh bien, dans le Document final du Synode, la difficulté de comprendre et d'accepter la pluralité de la réalité universelle est clairement énoncée. Le Conseil de Jérusalem (Actes des apôtres 15) était sûrement plus audacieux. Il me semble que c'est l'une des parties essentielles dans lesquelles l'Église doit réfléchir et continuer à agir. Mario Menin le décrit très bien : « Il ne s'agit pas simplement de bien aimer les cultures en créant des grammaires, des vocabulaires et des catéchismes dans la langue locale, pour établir une communication comprisse au même sens entre le missionnaire et le destinataire de l’évangélisation ; mais plutôt connaître la beauté et la sainteté des cultures ; c'est-à-dire « les richesses que Dieu dans sa magnanimité a données aux peuples ». Ils sont nombreux les missionnaires compositeurs de ces instruments de communication, mais le nombre de ceux qui s'engagent véritablement dans l'œuvre de discernement de la présence de Dieu et de son Esprit dans les cultures est bien moindre » (M. Menin, Missione, Cittadella, Assise 2016, p. 38-39). Lorsque nous découvrirons cela, nous réaliserons qu'il n'y a pas qu'une seule histoire et un seul concept de vérité, ou de beauté, ou d'organisation du monde. Au contraire, nous réaliserons que la richesse des dons de Dieu est bien plus écrasante qu'on ne l'imagine.

Pour ceux qui vivent sur ces sols, la pluralité est une réalité évidente. Par exemple : dans le seul état du Pará, il y a 39 peuples autochtones (sans compter les peuples libres qui se sont volontairement réfugiés dans la jungle). Chaque peuple a sa propre histoire, ses propres rituels, sa propre organisation sociale, etc. ; imaginez-vous les plus de trois cents peuples de la Pan Amazonie. Et aussi peu que soient ces peuples, nous ne pouvons manquer de les considérer comme de véritables sujets de dialogue. Dans sa mission, l'Église ne traite plus les autres comme de simples destinataires de l'évangélisation, mais comme des interlocuteurs de dialogue et des sujets de vie en commun.

Pour conclure, je crois que, la meilleure leçon de l'Assemblée Spéciale du Synode pour la région pan amazonienne, pour nous missionnaires, est celle de toujours nous tenir dans une attitude de « sortie de nous-mêmes » et de l'endroit où nous sommes, pour aller á la rencontre de l'autre, celui qui est différent, et après l'avoir aimé et compris, arriver á voir avec son regard, la façon comme il regarde le Père; au Père que Jésus est venu nous révéler et nous a commandé d'annoncer avec la force de son Saint-Esprit; Esprit qui nous fait entrer en communion avec la Trinité dans une réponse de foi, dans la vie et l'amour de Dieu, qui nous fait partie de sa famille.

Pedro Saul Ruíz A., sx

Pedro Saul Ruíz sx
23 Octobre 2020
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