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Rostro humano y evangelizacion integral en la misión ad extra

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“En nuestra acción apostólica seguimos el camino recorrido por Cristo en su Encarnación”. C 14

“En particular nos pide comunión de vida y de destino con los hermanos a los que somos enviados hasta compartir sus problemas y su camino de liberación”. C 14

Presentación

El camino recorrido por Jesús en su encarnación es el modelo propuesto por nuestro santo fundador para nuestra acción apostólica. Jesús no reivindicó su condición divina, sino que se hizo hombre en todo semejante a nosotros menos en el pecado. (cf. Fil 2, 6-7; Heb 4, 15).

Cristo al venir al mundo, se encarnó en un pueblo, en una cultura y un contexto histórico preciso.  La experiencia del ad extra es para el xaveriano uno de los lugares donde mejor vive el camino recorrido por Cristo en su Encarnación; es en el ad extra donde mejor se entiende el pensamiento del fundador y lo que la tradición xaveriana ha llamado el rostro humano.

Esta breve reflexión tiene como trasfondo el número 14 de nuestras constituciones y Fil 2, 6-7.

En el corazón de la historia

Todas las realidades humanas por pequeñas y ordinarias, honorables o miserables que sean, son iluminadas por la luz de Cristo en su vida humana.

Esto nos invita a contemplar a Jesús inmerso en la vida cotidiana de su pueblo y en su acción apostólica. Contemplar a Jesús viviendo las realidades más cotidianas de la existencia humana nos permite reconocer la profundidad con la que él vivió y asumió todo lo que es humano. El trabajo, el cansancio, la amistad, la fiesta, las tradiciones de su pueblo, los saludos, la comida, el canto, los funerales, etc. Asumió y redimió todas esas expresiones culturales de un pueblo, pero también sus miserias de pecado y maldad, de incomprensión y rechazo, de injusticia y de violencia, de sufrimiento y de muerte.

Viviendo como uno de nosotros, Cristo mostró el valor infinito que las cosas más ordinarias pueden tomar en el proyecto de la salvación humana. Jesús de Nazareth, verdadero hombre, es modelo de nuestra vida y de nuestra acción apostólica. Lo mismo que para Jesús, para el xaveriano nada de lo humano le es ajeno.

La dimensión del rostro humano en nuestro estilo de hacer misión impulsa al xaveriano a salir al encuentro de la gente en las distintas situaciones en que viven y ejerce su ministerio apostólico, no como alguien separado del mundo, ajeno o enajenado en una espiritualidad sin raíces, sino como hombres capaces de compasión por el sufrimiento ajeno y por las miserias que el pecado deja a su paso.

La espiritualidad querida por el fundador es ser “contemplativos en acción”, en el corazón de la historia de las personas y de los pueblos, es ahí en la historia de cada día el lugar por excelencia del encuentro con Dios; es sobre todo ahí donde el xaveriano puede “ver a Dios, buscar a Dios y amar a Dios en todo”, es ahí donde crece el deseo de extender su Reino por todas partes y es también el lugar por excelencia para ejercer y profundizar nuestra propia espiritualidad.

El xaveriano, a ejemplo de Jesús, manifiesta en su rostro, el rostro misericordioso del Padre y reconoce en cada persona el rostro de Cristo venido a nosotros en la carne, en una carne de pecado semejante a la nuestra. También nosotros debemos ser sumamente humanos y misericordiosos con cada persona. Preguntándonos frecuentemente ¿qué haría el Señor en esta situación o frente a esta persona?

Rostro humano y misión ad extra

El camino recorrido por Cristo en su encarnación es el fundamento del rostro humano del xaveriano y se expresa en todas las situaciones y contextos en que nos encontramos. Sin embargo, esa experiencia se verifica de manera especial en el ad extra de la misión. Ahí se verifica la apertura de mente y corazón que el fundador quería de nosotros. El rostro del xaveriano se concretiza en la complejidad del hermoso tejido de las formas culturales de los pueblos.

Cristo, verdadero hombre, como un niño judío aprendió e hizo suyas las expresiones culturales del pueblo judío, su lengua, su comida, su canto y las aspiraciones de paz y libertad de ese pueblo.

La experiencia ad extra se asemeja en muchos sentidos al camino recorrido por Jesús en su encarnación, pues el xaveriano también hace suyas las formas culturales de un pueblo. También el xaveriano aprende y respeta las tradiciones, insertando la novedad del evangelio con formas a veces nuevas. Transformando con paciencia todo lo que en la cultura se opone al evangelio y a los valores del Reino. Preguntando mucho, como hacen los niños, para aprender o entender las cosas. En efecto, en situación ad extra, cuando se empieza a hablar una lengua, utilizamos un vocabulario reducido y debemos preguntar mucho, no sólo sobre el idioma, sino también sobre lo que significan las cosas. Hay que ser iniciados, educados y corregidos y va desde la gramática y sus expresiones lingüísticas hasta el significado profundo de costumbres y tradiciones.

Así, el rostro humano del xaveriano, se hace patente de manera particular en el itinerario de su “encarnación” en una nueva cultura, donde vive, comparte su fe y hace suyas las necesidades y legítimas aspiraciones del pueblo en su camino de liberación. En cierto sentido no es una simple inculturación, sino una encarnación en un nuevo pueblo.

Seguir el itinerario de Cristo en su encarnación exige del xaveriano dejar de lado “prejuicios” o influencias de la propia cultura que nos hace ver como buena, mala, inferior o superior las distintas formas de saludar, orar, comer o danzar.

La pretensión de pertenecer a una cultura “superior” lleva a algunos misioneros a querer imponer las formas propias de su cultura, considerándolas pretenciosamente más “civilizadas” o más humanas. Una abuelita africana que danza para agradecer, por ejemplo, puede parecer a ojos occidentales como una expresión no suficientemente civilizada o simplemente como algo folklórico, etc.

El Fundador ha querido que, como misioneros, tuviéramos una gran apertura de espíritu, una capacidad de adaptación sustentada en una naturaleza rica y equilibrada, un bagaje cultural que responda a las necesidades de nuestra misión. (Cfr. C 4).

De manera que el rostro humano del xaveriano se ejerce dentro y fuera de la propia cultura. Pero en situación ad extra, el rostro humano del xaveriano encuentra su máxima expresión en el itinerario de Cristo en su encarnación. Conforti tenía en mente misioneros ad gentes, ad extra, ad vitam.

Rostro humano y evangelización integral de la persona

Un aspecto fundamental del rostro humano del xaveriano, es el de trabajar por la persona humana integral.

Para el xaveriano anunciar el Reino de Dios va más allá de la simple predicación de una doctrina o de la búsqueda de “adeptos” de la religión católica. La misión del xaveriano está orientada a la realidad cotidiana de la gente, camina junto a ella, y encarna los valores de la fe vivida en eso pueblo. Esto implica para el xaveriano ser profundamente humano en su acción apostólica y en su trato con las personas.

No nos dedicamos a ámbitos exclusivamente religiosos o espirituales, trabajamos por evangelizar y transformar la situación de personas y pueblos; trabajamos por la persona humana de manera integral, atendiendo la salud, la educación, el progreso de familias y de los pueblos. Trabajamos también en defensa de los derechos humanos, pero sin atarnos a políticas partidistas.

En lo cotidiano, supone participar en la vida de las familias, compartir el trabajo, el cansancio, el hambre, la amistad, así como en las realidades que a veces llevan a los seres humanos a situaciones límite, a tocar fondo, como lo es el sufrimiento y el pecado con todas las secuelas que arrastra, para buscar y salvar lo que estaba perdido. Acompañando a las personas en sus caminos de vida y de fe; creando vínculos de solidaridad y comunión como principio de la justicia y de la paz, como un sendero para aliviar las pobrezas.

Para terminar, podríamos enumerar algunos puntos de lo que significa el rostro humano en situación ad extra:

1. Ser sensible a la realidad local:

Cada comunidad es única, con sus propias tradiciones, problemas y desafíos. El misionero debe ser sensible a esta diversidad y adaptar su enfoque y su acción. No se trata de imponer una única forma de pensar o de creer, sino de hacer resplandecer la luz del evangelio desde la cultura que lo acoge desde sus valores y su manera de ver la vida. Vive también informado de lo que pasa en el país donde vive.

2. Encarnar la espiritualidad en la vida de todos los días:

El xaveriano no se limita a hablar de la fe como una simple trasmisión de un mensaje religioso. El xaveriano es capaz de reconocer cómo la fe se encarna en la vida ordinaria de las personas y desde ahí se esfuerza en llevar una vida que refleje y promueva los principios y valores del evangelio: la misericordia y el perdón, la compasión y la solidaridad, el amor al prójimo y la justicia, la verdad y la paz. Esto implica tiempos de oración y discernimiento para comprender los valores de una cultura, discernir las semillas del Verbo y lo que se opone a los valores del Reino.

3. Servicio desinteresado:

La labor del misionero debe estar marcada por la gratuidad, por el servicio desinteresado. Debe igualmente estar dispuesto a ayudar en las necesidades prácticas de la comunidad, como la atención médica, la educación, el apoyo alimentario, etc. El acto de servir a los demás es una forma poderosa de transmitir los valores cristianos del amor, de la fraternidad, de la compasión y la dignidad de cada persona.

El xaveriano está dispuesto a involucrarse y servir en la vida de la comunidad a la que sirve. Esto significa escuchar a las personas, comprender sus necesidades, y estar presente en sus alegrías y desafíos. La empatía y la cercanía son cruciales para construir relaciones significativas y para que la labor evangelizadora sea efectiva. El xaveriano permanece en estado de escucha y de servicio.

4. Diálogo intercultural y religioso:

La apertura al diálogo con personas de diferentes religiones y culturas no sólo enriquece su propia comprensión de la cultura o de la religión de un pueblo, sino que también fomenta la tolerancia y el respeto mutuo. El respeto por las creencias de los demás es esencial para una labor evangelizadora efectiva.

5. Enseñanza y acompañamiento:

La labor del misionero implica no solo la transmisión de la fe, sino también el acompañamiento espiritual a lo largo del camino de conversión. Debe estar dispuesto a enseñar, a responder preguntas, y a guiar a las personas en su búsqueda espiritual. Esto requiere paciencia y una comprensión profunda de la fe que se está compartiendo.

Preguntas para la reflexión personal:

  • Lee de nuevo los textos propuestos como fundamento de la reflexión: Fil 2, 6-7 y Constituciones 14.
  • ¿Qué descubres como más significativo para tu vivencia del rostro humano en la experiencia de Jesus manifestada en los evangelios?
  • ¿Cómo vives los cinco puntos propuestos como expresión concreta de tu misión “con rostro humano”?
  • ¿Cómo prepararte para vivirlos en tu presente o en una posible experiencia de misión ad extra?

Oremos por todos los misioneros:

Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, que has querido que la mutua caridad fuera el distintivo de tus seguidores. Te encomendamos a nuestros queridos hermanos, que en lejanas tierras, derraman sudores por la dilatación de tu Reino. Fecunda con tu santa gracia las obras de su apostolado. Defiéndelos de todos los peligros y hazlos cada vez más dignos de trabajar y padecer por la gloria de tu Nombre. Y a nosotros, por la intercesión de San Francisco Xavier, concédenos la gracia de participar un día, en sus fatigas y en sus méritos, para tener parte después, de tu felicidad en el cielo. Amén.

“Que sea por todos conocido y amado,  nuestro señor Jesucristo.

ESFOPER - Xaverianos en México
6 Novembre 2023
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