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Reflexión del laicado misionero javeriano en España

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Italiano

Se cumplen cien años desde que San Guido Maria Conforti, presentaba a los Misioneros Javerianos “presentes y futuros”, las Constituciones de la Institución, con un texto que se denomina La Carta Testamento.

La intención expresa del Padre Fundador de que esta carta también tuviera un significado y una utilidad para los futuros misioneros, nos lleva a releerla con atención, a la luz de nuestra propia vivencia y en nuestro propio tiempo, para recibir ese apoyo que el Santo quiso dejar a los Javerianos. Esa intuición inicial suya se ha desarrollado a lo largo de los años transcurridos, hasta extender el espíritu javeriano a una familia más amplia que incluye religiosos, religiosas, laicos y laicas.

Como personas laicas que compartimos el espíritu javeriano, queremos abordar la relectura de la Carta Testamento con nuestra visión presente. Como en otros textos en los que se sostiene la Fe de la Iglesia, y que fueron escritos en un tiempo concreto y para personas concretas, queremos ver en ella el mensaje que el Espíritu, a través de la inspiración del Santo, nos envía al día de hoy, con un mensaje vivo, siempre vigente para quien haga una lectura atenta y reflexiva.

Consejos evangélicos: pobreza, castidad, obediencia, misión

Laicos y laicas, insertos en el mundo y sus quehaceres cotidianos, nos preocupamos por las cosas materiales que se precisan para nuestra subsistencia y la de nuestras familias. El espíritu de pobreza nos lleva a distanciarnos de los esquemas actuales de consumismo y acúmulo de riquezas materiales. Esa pobreza que Monseñor Conforti veía como oportunidad para dejar a Dios como la posesión principal, un espacio para la actuación de la Providencia, la intentamos mantener viva llevando una vida austera, con desapego de los bienes materiales, recibiéndolos como un don y una herramienta y no como posesión merecida, sin que signifique que renunciemos a buscar salarios justos por el trabajo de cada día, por el nuestro así como el que deberían recibir en justicia el resto de hermanos y hermanas.

La castidad se presenta como parte de la exigencia de la entrega completa a Dios, y Mons Conforti dice que en la medida que se viva con alegría esa consagración, así se creerá el testimonio que se da al mundo. El compromiso y la entrega del laico, y la fidelidad a la familia y al proyecto común, son testimonios explícitos de nuestra fidelidad a Dios. Dar ejemplo de distintos tipos de familia cristiana en el mundo de hoy, aspirando a ser mejores cada día, son el testimonio de nuestra consagración.

Laicos y laicas no abandonamos el mundo para entrar en la comunidad, sino que ésta entra en nuestras vidas de forma permanente y transversal. Así, no debiendo obediencia de forma expresa, sin embargo, mantenemos la misma disponibilidad para aceptar las ocupaciones que se nos asignen desde la Comunidad, cuando ésta busca la voluntad de Dios mediante la lectura de los acontecimientos y en la oración, como Mons. Conforti expresa.

La tarea de evangelización de los no cristianos, el cuarto voto que se añade a la familia javeriana, forma parte de nuestra vida como eje fundamental. Esa exposición de los valores evangélicos que llevamos a cabo dentro del ámbito cotidiano en el que vivimos inmersos, es una faceta reservada a la vida laical, y la mantenemos como valor primordial allí donde estemos, como parte de la acción misionera, tanto en nuestro lugar de origen como cuando compartimos la acción directa en tierra de misión, ad gentes y ad extra, fieles al espíritu javeriano.

Tentaciones

Sumergirse en el mundo en el que vivimos, abandonando los valores evangélicos, resume y engloba las tentaciones a las que nos exponemos a diario. El riesgo de acomodarse, de adoptar como propios los usos y costumbres de nuestra sociedad, es el peligro que debemos enfrentar cotidianamente, puesto que es al mismo tiempo nuestra forma de vida. Aquí el consejo del Santo, recurrir a Dios con la oración, redoblando la fidelidad a nuestros propósitos, sigue estando vigente de forma literal.

Espíritu de fe, prácticas de piedad, espíritu de familia

Las responsabilidades de la vida laical conllevan mucho esfuerzo, muchos inconvenientes y tareas, que interfieren y dificultan el cuidado frecuente de la vida espiritual. Mantenemos vigente el consejo del Fundador de Incluir la fe como parte de nuestra conducta, nuestros pensamientos, nuestras intenciones y nuestras obras, para no apartarla a un lado en nuestro quehacer cotidiano.

En nuestro caso, como para el resto de hermanos y hermanas en la fe, la oración, la lectura de la Palabra y la Eucaristía deben ser los ejes principales que alimentan nuestra vida de fe.

Dentro del laicado misionero javeriano tenemos el aporte especial de una vida comunitaria que ha ido bebiendo de la experiencia del espíritu de familia javeriano. El compartir ideales, fatigas, proyectos, experiencias de enfermedad, de educación de hijos, de relaciones laborales, de todo aquello que acontece en una vida laica inserta en nuestros tiempos, forma parte de nuestra riqueza y es característico de nuestra vida laical. Tarea concreta de las personas laicas será trabajar, inspirados por el Espíritu, para construir un mundo más humano, misericordioso y justo desde la dimensión sociopolítica al servicio de los más pobre y alejados.

Característica de los javerianos

Por último, también los laicos escuchamos el consejo del Santo de buscar a Dios en todas las cosas, dentro de la riqueza de la vida laical inserta en el mundo, con una fe que queremos viva, buscando la voluntad de Dios de forma personal y comunitaria. La obediencia pronta, generosa y constante a esa Voluntad en nuestro día a día cotidiano de trabajo y familia es nuestra característica particular. También lo es nuestro compartir comunitario, con ese amor intenso a todos los miembros que la componen, que indica el fundador, y que hacemos extensivo a toda la familia javeriana.

La carta Testamento de S G Mª Conforti presenta el techo de perfección adonde debemos aspirar de forma constante y aun hoy cien años después de su redacción mantiene mensaje vivo y vigente para todos los que compartimos ese mismo espíritu.

Raquel Ruiz


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Riflessione del laicato saveriano in Spagna

Sono passati cento anni da quando san Guido Maria Conforti ha presentato ai Missionari Saveriani, "presenti e futuri", le Costituzioni dell'Istituto, con un testo chiamato Lettera Testamento (LT).

L'intenzione dichiarata del Padre Fondatore che questa lettera avesse anche un significato e un'utilità per i futuri missionari, ci porta a rileggerla attentamente, alla luce della nostra esperienza e nel nostro tempo, per ricevere quel sostegno che il Santo voleva lasciare ai saveriani. Quella sua intuizione iniziale si è sviluppata negli ultimi anni, estendendo lo spirito saveriano a una Famiglia più ampia che include religiosi e religiose, laiche e laici.

Come laici che condividono lo spirito saveriano, vogliamo rileggere la LT con la nostra visione attuale. Come in altri testi in cui si sostiene la Fede della Chiesa, scritti in un momento specifico e per persone specifiche, vogliamo vedere nella LT il messaggio che lo Spirito, attraverso l'ispirazione di san Guido M. Conforti, ci invia fino ad oggi, con un messaggio vivo, sempre valido per chi ne fa una lettura attenta e premurosa.

Consigli evangelici: povertà, castità, obbedienza, missione

Come laici, uomini e donne, inseriti nel mondo e nelle faccende quotidiane, abbiamo a cuore le “cose materiali” che sono necessarie per la nostra sussistenza e quella delle Cnostre famiglie. Lo spirito di povertà ci porta a prendere le distanze dagli attuali modelli di consumismo e accumulazione di ricchezza materiale. Questa povertà che monsignor Conforti vedeva come un’opportunità affinché Dio solo fosse la nostra principale ricchezza, uno spazio per l'azione della Provvidenza, noi cerchiamo di mantenerla viva conducendo una vita austera, staccandoci dai beni materiali, ricevendoli come dono e strumento e non come un possesso meritato, senza che ciò significhi rinunciare a cercare un giusto salario per il nostro lavoro quotidiano; per il nostro e per quello che il resto dei fratelli e delle sorelle dovrebbe ricevere in giustizia.

La castità è presentata come parte del requisito del completo abbandono a Dio. Mons. Conforti dice che solo se questa consacrazione è vissuta con gioia, sarà creduta come testimonianza data al mondo. L'impegno e la dedizione dei laici e la fedeltà alla famiglia e al progetto comune sono testimonianze esplicite della nostra fedeltà a Dio. La testimonianza della nostra consacrazione come laici, consiste nel dare un esempio di diversi tipi di famiglia cristiana nel mondo di oggi, aspirando ad essere ogni giorno migliori.

Come laici e laiche non lasciamo il mondo per entrare nella comunità, ma è la comunità che entra nella nostra vita in modo permanente e trasversale. Così, pur non espressamente per obbedienza, manteniamo però la stessa disponibilità ad accettare i servizi e le responsabilità che ci vengono assegnate dalla Comunità, quando si cerca la volontà di Dio leggendo gli eventi e nella preghiera, come mons. Conforti afferma. 

Il compito di evangelizzare i non cristiani, quarto voto che la Famiglia saveriana aggiunge, fa parte della nostra vita come asse fondamentale. Questa testimonianza dei valori evangelici, che portiamo avanti nell'ambiente quotidiano in cui siamo immersi, è un aspetto riservato alla vita laicale, e lo manteniamo come valore primario ovunque ci troviamo, come parte dell'azione missionaria, sia nel luogo di origine come quando condividiamo l'azione diretta in terra di missione, ad gentes e ad extra, fedeli allo spirito saveriano.

Tentazioni

Sommergersi nel mondo in cui viviamo, abbandonando i valori evangelici, è l’immagine che riassume e racchiude le tentazioni a cui ci esponiamo quotidianamente. Il rischio di accomodarsi, di adottare come propri gli usi e i costumi della nostra società, è il pericolo che dobbiamo affrontare quotidianamente, poiché è allo stesso tempo il nostro modo di vivere. Qui il consiglio del Conforti, di rivolgersi a Dio con la preghiera, raddoppiando la fedeltà ai nostri propositi, continua ad essere letteralmente valido.

Spirito di fede, pratiche di pietà, spirito di famiglia

Le responsabilità della vita laicale comportano molti sforzi, molti inconvenienti e compiti, che interferiscono e ostacolano la cura continua della vita spirituale. Manteniamo il consiglio del Fondatore di includere la fede come parte della nostra condotta, dei nostri pensieri, delle nostre intenzioni e delle nostre opere, in modo da non metterla da parte nel nostro lavoro quotidiano.

Nel nostro caso, come per il resto dei fratelli e delle sorelle nella fede, la preghiera, la lettura della Parola e la partecipazione alla Eucaristia dovrebbero essere gli aspetti principali che alimentano la nostra vita di fede.

All'interno del laicato missionario saveriano abbiamo il sostegno speciale di una vita comunitaria che ha attinto all'esperienza dello spirito di Famiglia saveriano. Condivisione di ideali, sforzi, progetti, esperienze di malattia, di educazione dei figli, di rapporti di lavoro, di tutto ciò che accade in una vita secolare inserita nel nostro tempo, fa parte della nostra ricchezza ed è caratteristico della nostra vita laicale. Il compito concreto dei laici sarà lavorare, ispirati dallo Spirito, per costruire un mondo più umano, misericordioso e giusto nella dimensione socio-politica, al servizio dei più poveri e lontani.

Caratteristiche dei saveriani

Infine, noi laici ascoltiamo anche il consiglio di san Guido di cercare Dio in tutto, nella ricchezza della vita laicale inserita nel mondo, con una fede che vogliamo che sia viva, cercando in modo personale e comunitario la volontà di Dio. L'obbedienza pronta, generosa e costante a quella Volontà nel nostro lavoro quotidiano e nella vita familiare è la nostra caratteristica peculiare. Così è la nostra condivisione comunitaria, con quell'amore intenso - indicato dal Fondatore – che estendiamo a tutti i membri che compongono la Famiglia saveriana,

La Lettera Testamento di san Guido M. Conforti presenta il tetto di perfezione a cui dobbiamo costantemente aspirare. Anche oggi, a cento anni dalla sua redazione, mantiene un messaggio vivo e attuale per tutti noi che condividiamo lo stesso spirito.

Raquel Ruiz

Raquel Ruiz
11 November 2020
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