El Camino del Catecumenado en preparación a la Pascua
Durante el tiempo de cuaresma se habla de conversión. En el lenguaje bíblico la conversión se representa por medio de imágenes, una de las cuales es la del retorno con el verbo hebreo šûb que significa “volver al camino”, “retroceder al punto de partida”, lo que indica un cambio de orientación. ¿Cuál camino? ¿Quién puede orientar en la vida? Espontáneamente diríamos: el camino de Cristo. El Evangelio invita a volver a Dios, a dejar el mal (Mc 1,4s) e a implorar el perdón de los pecados (cf. Hch 10,42s). Este nos parece un discurso de otros tiempos... ¿Nuestras sociedades son receptivas al Evangelio y su mensaje de Vida? ¡Es difícil decirlo! Pero una cosa es cierta, en el mundo de hoy muchos abrazan el Evangelio y se incorporan a la Iglesia porque buscan valores verdaderos, actualmente ausentes en nuestras sociedades. En algunos lugares del mundo, encontramos iglesias llenas de “simpatizantes” que poco a poco hacen un camino de catecumenado, es decir un camino razonado. La palabra “catequesis” y “catecumenado” van referidas al verbo griego katekheō que significa “razonar”. En el vocablo aparece, antes que nada, el sentido de “instrucción oral”. La iniciación cristiana exige el conocimiento de Cristo, de la doctrina y moral cristiana. Esto implica una catequesis y una organización del catecumenado, una organización de las comunidades cristianas y de sus distintos ministerios y sobre todo, un compromiso cristiano de los bautizados en la vida concreta y en la práctica de los sacramentos.
Existen varias maneras de vivir el camino del catecumenado. A continuación, presentamos (de manera general) la experiencia que se vive en el sur del Chad (África).
En el camino a la iniciación cristiana se prevé un itinerario de verdadera conversión. El candidato a la vida cristiana (catecúmeno) se interroga sobre el sentido de su existencia, de las realidades humanas y acoge la palabra de Dios encarnada en Cristo Jesús como origen de todo verdadero valor humano y germen de conversión. Esto exige una incorporación personal al interno de la comunidad cristiana, la cual prevé etapas y ritos que marcan y muestran el proceso de conversión del candidato. El trayecto conduce a una vida cristiana adulta y hace que el bautizado se sienta parte integrante de la comunidad cristiana, de su vida y de su marcha.
1. El pre-catecumenado es el periodo del primer contacto con la palabra de Dios y la persona de Jesucristo. El aspirante establece una primera adhesión con Cristo “Camino, Verdad y Vida” y con la comunidad Eclesial. El simpatizante es acogido en la comunidad en la Paz de Cristo y se empeña en conocer la persona de Jesús estudiando la palabra del Evangelio.
2. Entrada al catecumenado. El signo de la cruz demuestra que el neo-catecúmeno se compromete a seguir a Cristo. Durante el catecumenado se aprende la doctrina y la moral cristiana en su forma integral mediante la catequesis, la integración de la vida y el apostolado en la comunidad cristiana. El catecúmeno adopta, en todos los lugares y momentos de la vida, actitudes nuevas que conciernen a los discípulos de Cristo que se esfuerzan por vivir el evangelio. Es necesario conocer los pasajes de la Palabra de Dios esenciales para la vida y la fe cristiana, que se vuelven el tesoro del corazón al cual siempre se puede recurrir.
3. La profesión de fe. El catecúmeno que ha sido acompañado en su itinerario formativo por la comunidad cristiana, ha hecho experiencia del seguimiento de Cristo y lo profesa públicamente con proclamación del Credo.
4. Celebración del Bautismo. Es la llamada definitiva a ser hijos de Dios. “Mediante el bautismo somos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva” (Rm 6,3).
El itinerario del catecumenado prevé celebraciones litúrgicas, retiros, escrutinios, visitas a los enfermos, a los pobres y encarcelados… que ayudan a crecer y dar testimonio de la fe. Es importante adoptar un ritmo constante de oración personal y comunitaria: se habitúa al ritmo de la oración que acompaña la jornada (mañana y tarde) y a una buena preparación para la celebración dominical, puesto que es la oración comunitaria por excelencia. El catecúmeno se inicia al silencio y el abandono a Dios mediante retiros espirituales constantes. Indicamos algunos que son importantes: un retiro sobre el sacramento de la Penitencia que concluye con la celebración del rito de la unción con el aceite de los catecúmenos; un retiro sobre el sacramento de la Eucaristía que incluye los ritos previstos para los catecúmenos en el Ritual de la Celebración del Bautismo; un retiro sobre el sacramento del Bautismo que normalmente se realiza durante la semana santa y concluye el domingo de Pascua con la celebración del Bautismo.
El catecumenado es el instrumento metodológico más concreto para anunciar la Palabra de Dios a los que no la conocen, tal como Jesús nos lo ha mandado: “Vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enséñenles a observar todo lo que les he mandado a ustedes. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt 28,19-20).
The journey of the catechumenate in preparation to Easter
During the time of Lent we speak about conversion. In biblical language, conversion is represented by images, one of which is the return, from the Hebrew verb šûb, which means “return to the journey”, “return to the point of departure”, indicating a change of orientation. What journey? Who can orient us in life? Spontaneously we would say: the journey of Christ. The Gospel invites us to return to God, abandon evil (Mk 1:4ff) and implore forgiveness for our sins (cf. Acts 10:42ff). This seems to us like something out of fashion today... Are our societies receptive to the Gospel and its message of Life? It is difficult to say so! However one thing is certain: in today’s world today many embrace the Gospel and join the Church because they are seeking true values, which are currently absent in our societies. In some parts of the world, we see churches full of “sympathizers” who gradually get involved in the rational journey of the catechumenate. The word “catechesis” and “catechumenate” refer back to the Greek verb katekheō, which means “to reason“. First and foremost, the word signifies “oral instruction”. Christian initiation demands knowledge of Christ, Christian doctrine and morality. This implies a catechesis and an organization of the catechumenate, an organization of the Christian community and its different ministries and, above all, a Christian commitment of the baptized in concrete life and in the practice of the sacraments.
There are various ways of living the catechumenate. Here I will give a general presentation of the experience in southern Chad (Africa).
The journey of Christian initiation envisages an itinerary of true conversion. The candidate (catechumen) to the Christian life examines himself on the meaning of his existence, human reality and welcomes the Word of God incarnate in Christ Jesus as the origin of all true human value and seed of conversion. This demands a personal incorporation in the Christian community, which envisages stages and rites that mark and manifest the process of the candidate’s conversion. The process leads to an adult Christian life and makes the baptized feel that he is an integral part of the Christian community, its life and journey.
1. The pre-catechumenate is the period of initial contact with the Word of God and the person of Jesus Christ. The aspirant forms an initial bond with Christ, “the Way, the Truth and the Life”, and with the ecclesial community. The sympathizer is welcomed into the community in the peace of Christ and commits himself to obtain a firsthand knowledge of Jesus by studying the Gospel.
2. Entrance into the catechumenate. The sign of the cross shows that the new catechumen promises to follow Christ. During the catechumenate, candidates learn Christian doctrine and Christian morality in its integral form through catechesis and the integration of life and the apostolate in the Christian community. Everywhere and always, the catechumen adopts new attitudes that identify the disciples of Christ who are striving to live the Gospel. It is necessary to know the passages of the Word of God that are essential for the Christian life and faith, which become the treasure of the heart to which one can always turn.
3. The profession of faith. The catechumen who has been accompanied in his formative itinerary by the Christian community has made an experience of following Christ and professes it publicly with the proclamation of the Creed.
4. Celebration of Baptism. This is the definitive call to be sons of God. “We were buried therefore with him by baptism into death, so that as Christ was raised from the dead by the glory of the father, we too might walk in newness of life” (Rm 6:4).
The journey of the catechumenate also envisages liturgical celebrations, retreats, scrutinies, visits to the sick, the poor and prisoners … which help the catechumens to grow and bear witness to the faith. It is important to adopt a constant rhythm of personal and community prayer: the candidate gets used to the rhythm of daily prayer (morning and evening) and to a good preparation for the Sunday celebration, since this is the community celebration par excellence. The catechumen is initiated to silence and abandonment to God through constant spiritual retreats, some of the important ones being: a retreat on the sacrament of Reconciliation, which concludes with the anointing with the oil of catechumens; a retreat on the Eucharist that includes the rites for the catechumens laid down in the Ritual for the celebration of Baptism; a retreat on the sacrament of Baptism, which is normally done during Holy Week and concludes on Easter Sunday with the celebration of Baptism.
The catechumenate is the most concrete methodological instrument for proclaiming the Word of God to those who do not know it, just as Jesus has commanded us: “Go therefore and make disciples of all nations, baptizing them in the name of the Father and of the Son and of the Holy Spirit, teaching them to observe all that I have commanded you. I am with you always, yes, to the end of time” (Mt 28:19-20).
