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Descalzarse

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Una experiencia de Iglesia misionera

Con motivo de los 50 años de nuestra Diócesis de Ciudad Guzmán que celebramos hoy 30 de junio, hemos querido recuperar sus rasgos o dimensiones eclesiales. Aquí presento la dimensión de Iglesia misionera. Y lo hago desde mi experiencia de pasar 17 años acompañando a las comunidades indígenas tseltales, tsotsiles y mestizas del sureste mexicano en la Iglesia de San Cristóbal de Las Casas.
Iglesia misionera significa salir del propio lugar, de la propia seguridad, costumbre, hábito o manera de hacer las cosas y partir como Abraham a un lugar desconocido, tomar otro rumbo en la vida.
Significa llevar un mensaje que no es propio sino de “otro” quien es el que habla, el que da el mensaje, y ése es Jesucristo. Es el mensaje de la Buena Nueva del Reino.
Creo que mi experiencia de Iglesia misionera se puede describir en base a cinco claves:

Primera clave: Descalzarse

El problema para nosotros los mestizos es que nos hemos creído el centro de la cultura, de la sociedad, de lo que acontece. Pensamos que siempre somos la referencia obligada para hacer cualquier cosa. Que, así como nosotros hacemos las cosas, así se deben hacer, que ésa es la norma. Siempre hemos caminado con la convicción de que el español es la lengua aquí en México en la que se deben decir las cosas. Las demás lenguas, son “dialectos”, así pensamos. De hecho así lo dice la mayoría de los mexicanos.
Pero en México hay 65 lenguas indígenas, la mayoría de ellas más antiguas que el español. Tienen su propia gramática, sintaxis, prosodia, ortografía. Tienen sus diccionarios, sus propios mitos, sus propias narraciones. Hay pueblos vivos portadores de esas lenguas como sujetos.
En el caso de las lenguas mayas, estamos hablando de un universo de 30 lenguas en el sur de México y parte de Centro-América. Y los mayas son una de las civilizaciones-cumbre de la humanidad que duró 1000 años de existencia, del 50 al 1050 de nuestra Era.
Los mayas tienen su propia espiritualidad, sus propios ritos, mitos. De ese caudal beben y se alimentan para luchar por sus necesidades. Ellos llevan 30 mil años o más buscando a Dios y expresándolo de diversas maneras. Hasta el nombre de Dios cambió. Lo expresan como Corazón del Cielo, Corazón de la tierra, Hacedor, Comprador y de otras maneras. Esta teología la vemos expresada en el Popol Vuh, en el Altar Maya, en la siembra de candela y en variados ritos y mitos.
Entrar a esos pueblos y a esa cultura, para mí significó descalzarme de mi propia andadura para poder entender un poco la andadura humana, espiritual y filosófica de su cultura y civilización. Fue hacer la experiencia de Dios, pero de otra manera. Un elemento clave es la integralidad de su visión filosófica y teológica, no dicotómica: no hay adentro y afuera, corporal y espiritual, sagrado-profano. De hecho, la misma dimensión del tiempo tiene otra connotación: no se mide por horas. Las cosas duran lo que se requiere para hacerlas, así duren muchas horas: una oración, arreglar un problema, una reunión. La Misa no tiene por qué durar 40’ o una hora. Puede durar 3 o 4 horas, si se requiere.

Segunda clave: Inculturarse

Una cultura es como el arcoíris en el que cada uno de sus elementos encuentra significado, interpretación, explicación: la lengua, el tiempo, la persona, la vida, la muerte, Dios, el hombre y la mujer, la tierra, el cielo, el mal.
Esto exige de uno mucha escucha, mucha paciencia, caminar con el pueblo durante años, aprender su lengua. Exige la actitud de no pedir explicaciones antes de tiempo, primero hay que caminar con el pueblo, con las comunidades, y en el camino vendrá el momento propicio para formular la pregunta o esperar la respuesta.
Aprender de su vida y de la manera que tienen para resolverla, para enfrentarla. Esto sí que es salir a las periferias geográficas y existenciales.
Exige de parte nuestra no imponer la propia cultura occidental, la propia manera de entender y construir la Iglesia, la manera de asumir los servicios y responsabilidades, respetar los tiempos que las comunidades necesitan para encontrar soluciones.
Esta clave de la inculturación plantea el desafío de pensar y partir del convencimiento de que uno puede vivir su vida incorporando elementos de las otras culturas: en costumbres, ideas, pensamientos, conceptos, experiencia de Dios, espiritualidad, manera de vivir la Iglesia, el tiempo, la organización.
Entender que uno puede beber de la única sabiduría, belleza y santidad de Dios, pero vertida en diferentes moldes que, como rayos de luz, reflejan la totalidad de la luz del sol, reflejada a través de un poliedro de cristal.

Tercera clave: Caminar con una Iglesia sinodal, de asambleas, de acuerdos

En la Iglesia de San Cristóbal de Las Casas todos los cargos y oficios son elegidos por la Asamblea Diocesana: el Vicario General, el Vicario Episcopal de Pastoral, la Canciller, el Vicario de Justicia y paz, etc. Al obispo se le propone una terna y luego él elige a uno.
Otro ejemplo lo tenemos en el III Sínodo diocesano. Desde la etapa de sensibilización y conscientización para hacer el Sínodo, pasando por las Asambleas parroquiales, de Equipo y Asambleas diocesanas, todos los materiales, temas, cantos, ritos, el tema, el lema, los símbolos, llegaron hasta cada una de las 2,500 comunidades de la diócesis. Realmente se trató de una eclesiogénesis en base a los seis horcones propuestos: Iglesia Autóctona, Iglesia Liberadora, Iglesia evangelizadora, Iglesia servidora, Iglesia en comunión e Iglesia bajo la guía del Espíritu.
Todos los acuerdos y lineamientos fueron hechos en asamblea sinodal diocesana.
Esta experiencia sinodal marcó los Planes diocesanos de pastoral, los planes de los Equipos y de las parroquias y misiones; marcó los planes de las comisiones, de las áreas.

Cuarta clave: Caminar en una Iglesia ministerial

Al llegar a la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, algo que encuentra uno de inmediato, es la Iglesia ministerial, servidora. Ahí está los Presidentes de ermita, los Principales, los candidatos al Diaconado, los diáconos, los catequistas de adultos, los jefes de zona, los coordinadores de zona, los capitanes de las fiestas, los cuidadores de la salud, los impulsores de la Teología India, los Agentes de Animación y Coordinación pastoral. Todos ellos con responsabilidades variadas y diferentes.
Esto exige de nuevo descalzarse del modelo de Iglesia donde el sacerdote hace todo, decide todo. Es emprender otro caminar, de compartir, de atender y respetar los diferentes servicios y ministerios.
Esto significa que no eres el único que puede, que sabe, que decide; eres parte de un todo, los demás también aportan al caminar, al proceso pastoral. No se trata de imponer un método, una línea, unos acuerdos. El mundo de servidores va aportando a su paso, a su estilo, con su tiempo, respetando su cultura.

Quinta clave: Caminar con la Iglesia en la escucha y discernimiento de los signos de los tiempos

Sólo pongo dos ejemplos de escucha de la voz del Espíritu. San Cristóbal recibió a 40,000 refugiados por la guerra interna que vivía Guatemala a causa de la dictadura miliar de los años 80s. Les dio cobijo, comida y tierra para que trabajaran.
Y el segundo ejemplo es la mediación de la CONAI (Comisión Nacional de Intermediación), presidida por Don Samuel cuando la guerra entre el EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL (EZLN) y el Gobierno Federal. Con eso Don Samuel evitó miles de muertes y ceso el fuego a los doce días de iniciado.
Y finalmente, la función del Pueblo creyente, su función profética en la línea de Don Samuel Ruíz García que está atento a todos los acontecimientos y anuncia y denuncia.

Con estas cinco claves se acerca uno a lo que entendemos por Iglesia misionera. Y es lo que plantea Francisco con Iglesia en salida, Iglesia que va a las periferias geográficas y existenciales. Entonces … ¡hay que descalzarse


Ser missionário significa saber descalçar-se

Por ocasião do 50º aniversário de nossa Diocese de Cidade Guzmán (México), que celebramos em 30 de junho, gostaríamos de recuperar suas características ou dimensões eclesiais. Aqui apresento a dimensão da Igreja missionária. E faço-o a partir da minha experiência de 17 anos acompanhando as comunidades indígenas tseltal, tsotsil e mestiça do sudeste mexicano na Igreja de San Cristóbal de Las Casas (México) Igreja missionária significa deixar o próprio lugar, a segurança, o costume, o hábito ou a maneira de fazer as coisas e partir como Abraão para um lugar desconhecido, tomando outro rumo na vida.

Significa levar uma mensagem que não é sua, mas de "outro" que é quem fala, quem dá a mensagem, e esse é Jesus Cristo. É a mensagem da Boa Nova do Reino.

Acredito que minha experiência missionária na Igreja pode ser descrita com base em cinco chaves:

Primeira chave: descalçar-se

O problema para nós, mestiços, é que acreditamos ser o centro da cultura, da sociedade, do que acontece. Achamos que somos sempre a referência obrigatória para fazer qualquer coisa. Que assim como fazemos as coisas, é assim que devem ser feitas, que esta é a norma. Sempre caminhamos com a convicção de que o espanhol é a língua aqui no México em que as coisas devem ser ditas. As outras línguas são "dialetos", assim pensamos. Na verdade, a maioria dos mexicanos diz isso.

Mas no México existem 65 línguas indígenas, a maioria delas mais antigas que o espanhol. Eles têm sua própria gramática, sintaxe, prosódia, ortografia. Eles têm seus dicionários, seus próprios mitos, suas próprias narrativas. Existem povos vivos que carregam essas línguas como sujeitos.

No caso das línguas maias, estamos falando de um universo de 30 línguas no sul do México e parte da América Central. E os maias são uma das civilizações cimeiras da humanidade que durou 1000 anos de existência, de 50 a 1050 dC.

Os maias têm sua própria espiritualidade, seus próprios ritos, mitos. Desse fluxo eles bebem e se alimentam para lutar por suas necessidades. Eles passaram 30 mil anos ou mais procurando por Deus e expressando-o de várias maneiras. Até o nome de Deus mudou. Eles o expressam como Coração do Céu, Coração da Terra, Criador, Comprador e de outras maneiras. Vemos essa teologia expressa no Popol Vuh, no Altar Maia, no plantio de velas e em vários ritos e mitos.

Entrar naqueles povos e naquela cultura, para mim, significou tirar as próprias sandálias, descalçar-se para entender um pouco a jornada humana, espiritual e filosófica de sua cultura e civilização. Era experimentar Deus, mas de outra maneira. Um elemento chave é a integralidade de sua visão filosófica e teológica, não dicotômica: não há dentro e fora, corpóreo e espiritual, sagrado-profano. Na verdade, a mesma dimensão do tempo tem outra conotação: não é medida por horas. As coisas duram o tempo necessário para fazê-las, mesmo que durem muitas horas: uma oração, resolver um problema, uma reunião. A Missa não tem que durar 40 minutos ou uma hora. Pode durar 3 ou 4 horas, se for necessário.

Segunda chave: Se inculturar

Uma cultura é como um arco íris em que cada um de seus elementos encontra significado, interpretação, explicação: linguagem, tempo, pessoa, vida, morte, Deus, homem e mulher, terra, céu ou mal.

Isso exige muita escuta, muita paciência, andar com as pessoas por anos, aprender a língua delas. Exige a atitude de não pedir explicações com antecedência, primeiro você tem que caminhar com as pessoas, com as comunidades, e no caminho vai chegar o momento certo de fazer a pergunta ou esperar a resposta.

Aprenda sobre a vida deles e a maneira como eles têm que resolvê-lo, enfrentá-lo. Isso realmente é sair para as periferias geográficas e existenciais.

Exige de nós não impor nossa própria cultura ocidental, nossa própria maneira de entender e construir a Igreja, a maneira de assumir serviços e responsabilidades, respeitando os tempos que as comunidades precisam encontrar soluções.

Esta chave de inculturação coloca o desafio de pensar e partir da convicção de que se pode viver a vida incorporando elementos de outras culturas: nos costumes, nas ideias, nos pensamentos, nos conceitos, na experiência de Deus, na espiritualidade, no modo de viver a Igreja, no tempo, organização

Entenda que se pode beber da sabedoria, beleza e santidade únicas de Deus, mas derramadas em diferentes moldes que, como raios de luz, refletem a totalidade da luz do sol, refletida através de um poliedro de cristal.

Terceira chave: Caminhar com uma Igreja sinodal, de assembleias, de acordos

Na Igreja de San Cristóbal de Las Casas (sul do México), todos os cargos e ofícios são eleitos pela Assembleia Diocesana: o Vigário Geral, o Vigário Episcopal para a Pastoral, o Chanceler, o Vigário para a Justiça e a Paz, etc. Ao bispo se lhe entrega uma terna de nomes r então ele escolhe um.

Temos outro exemplo no III Sínodo Diocesano. Da fase de sensibilização e sensibilização para fazer o Sínodo, passando pelas assembleias paroquiais, de equipa e diocesanas, todos os materiais, temas, canções, ritos, o tema, o lema, os símbolos, chegaram a cada uma das 2.500 comunidades da diocese. Foi realmente uma eclesiogênese baseada nos seis pontos propostos: Igreja Autóctone, Igreja Libertadora, Igreja Evangelizadora, Igreja Serva, Igreja em comunhão e Igreja guiada pelo Espírito.

Todos os acordos e orientações foram feitos em assembleia sinodal diocesana. Esta experiência sinodal marcou os planos pastorais diocesanos, os planos das Equipes e das paróquias e missões; marcou os planos das comissões, das áreas.

Quarta chave: Andar em uma igreja ministerial

Chegando à diocese de San Cristóbal de Las Casas, algo que se encontra imediatamente é a Igreja ministerial e servidora. Há os presidentes da ermida, os diretores, os candidatos ao diaconato, os diáconos, os catequistas adultos, os chefes de zona, os coordenadores de zona, os capitães dos partidos, os zeladores da saúde, os promotores da Teologia Índia, os Agentes de Animação e Coordenação Pastoral. Todos eles com responsabilidades variadas e diferentes.

Isso exige mais uma vez tirar o modelo da Igreja onde o padre tudo faz, tudo decide. É empreender mais uma caminhada, compartilhar, atender e respeitar os diferentes serviços e ministérios.

Isso significa que você não é o único que pode, quem sabe, quem decide; você faz parte de um todo, os outros também contribuem enquanto você caminha, para o processo pastoral. Não se trata de impor um método, uma linha, alguns acordos. O mundo dos servidores contribui no seu ritmo, no seu estilo, com o seu tempo, respeitando a sua cultura.

Quinta chave: Caminhar com a Igreja na escuta e discernimento dos sinais dos tempos

Dou apenas dois exemplos de ouvir a voz do Espírito. San Cristóbal recebeu 40.000 refugiados da guerra interna que a Guatemala vivia devido à ditadura militar da década de 1980. Deu-lhes abrigo, comida e terra para trabalhar.

E o segundo exemplo é a mediação da CONAI (Comissão Nacional de Intermediação), presidida por Dom Samuel durante a guerra entre o Exército Zapatista de Liberação Nacional (EZLN) e o Governo Federal. Com isso, Don Samuel evitou milhares de mortes e cessou o fogo doze dias depois que começou.

E, finalmente, a função do Povo crente, sua função profética na linha de Dom Samuel Ruíz García que está atento a todos os acontecimentos e anuncia e denuncia.

Com essas cinco chaves se aproxima do que entendemos por Igreja missionária. E é isso que Francisco propõe com a Igreja em saída, a Igreja que vai para as periferias geográficas e existenciais. Então… você tem descalçar-se!

 

Missionários Xaverianos no Brasil

Juan Manuel Hurtado López
18 Luglio 2022
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