Skip to main content

No podemos callar

403/500

Cuenta la leyenda que en el principio la vida de los seres humanos era muy difícil. Por no conocer el fuego, comían todos los alimentos crudos, pasaban frío y no se atrevían a salir en la noche por temor a la oscuridad. Un día del cielo cayó una estrella en el bosque y los árboles se llenaron de luz y calor. Cuando algunas personas fueron a tomar un poco, no pudieron, pues lo gigantes de la montaña que eran enemigos de la humanidad, se lo impidieron.

Viendo el sufrimiento de la gente, el venado, el armadillo y el tlacuache se reunieron en una cueva para buscar la manera de cómo proporcionar a las personas tan valioso tesoro. El tlacuache se ofreció como voluntario para esta misión.

Se acercó cuidadosamente al bosque, al momento que tomó un pequeño tronco encendido, los guardianes se dieron cuenta de su presencia, y por huir rápidamente su cola se incendió. El tlacuache no paró hasta entregar el fuego a una mujer del pueblo para que lo cuidara y no dejará que se apagara. Gracias a la valentía y generosidad del tlacuache la vida del pueblo mejoró.

Hay momentos de nuestra vida que por más que pasé el tiempo, no los olvidamos. Cuando son dolorosos, tratamos de olvidarlos. Cuando los problemas llenan de oscuridad nuestra vida, los buenos momentos nos ayudan a salir adelante y a no perder la esperanza.

San Juan, por ejemplo, pasados muchos años todavía se recordaba la hora en que conoció a Jesús, y cómo ese primer encuentro le cambió la vida para dejar a su padre, sus redes, para seguirlo, y posteriormente para acompañar al Amigo en la crucifixión. Después de la resurrección, sintió la necesidad de compartir lo que había palpado, visto y oído para que otras personas pudieran experimentar también la presencia de Jesús en sus vidas.

Esta experiencia es la que nos recuerda el papa Francisco en su mensaje del DOMUND de este año, para animarnos a seguir el ejemplo de los apóstoles y comunicar a los demás nuestra experiencia que nos pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador: “Hemos encontrado al Mesías”.

Y así como para los cristianos de los todos los tiempos, no siempre ha sido fácil dar a conocer a Jesús, sin embargo, la situación los impulsó a transformar todos los inconvenientes, contradicciones y dificultades en una oportunidad para la misión, dejando a un lado excusas como “toda da igual, nada va a cambiar” o “¿para qué me voy a privar de mis seguridades, comodidades y placeres, si no voy a ver ningún resultado importante?”.

Es por esta razón que el lema escogido para este año es: “No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”.  Es una invitación a cada uno de nosotros a “hacernos cargo” de la misión que Jesús nos encomendó en palabras de san Guido: Hacer del mundo una sola familia. Para ser misioneros no hay límites, incluso cuando se vive en el dolor, como menciona el Papa en su mensaje: Me gusta pensar que “aún los más débiles, limitados y heridos pueden ser misioneros a su manera, porque siempre hay que permitir que el bien se comunique, aunque conviva con muchas fragilidades”.

Ojalá que el sufrimiento de los demás, nos anime a no quedarnos indiferentes, sino ser como el tlacuache del cuento, personas valientes que nos atrevemos a ser como Jesús, hombres y mujeres que se animan a hacer el bien, porque compartimos el fuego del espíritu que habita en nuestro corazón.

Juan Juárez sx
27 Aprile 2022
403 visualizzazioni
Disponibile in
Tag

Link &
Download

Area riservata alla Famiglia Saveriana.
Accedi qui con il tuo nome utente e password per visualizzare e scaricare i file riservati.